Testigos del diálogo de Dios con su criaturaDe acuerdo con la tradición, fue san Francisco de Asís quien dio origen, en el año 1223, a los pesebres, también llamados “nacimientos” o “Belén”.
El “hacer” el pesebre o “poner” pesebres en el hogar, en los lugares de trabajo y en otros sitios públicos es una tradición, de hecho el pesebre es uno de los signos característicos del tiempo navideño.
El papa Benedicto XVI, en la audiencia general del 22 de diciembre de 2010, dijo que el pesebre es una expresión de nuestra espera en Dios, que Dios se acerca.
El sentido del pesebre
Pero al mismo tiempo es una acción de gracias a Aquél que ha decidido compartir nuestra condición humana, en la pobreza y en la sencillez.
Es, continúa diciendo el Papa emérito, un genuino testimonio de fe cristiana y es un sugestivo icono del amor infinito del Padre hacia todos nosotros.
Esto que hemos dicho nos lleva a ver en los elementos que integran el pesebre signos representativos del misterio que se celebra; usando las mismas palabras de Benedicto XVI, deben ser iconos, deben remontarnos a ese misterio de fe al que nos preparamos celebrar en Navidad: la encarnación del Hijo de Dios.
Cada figura tiene mensajes
En este sentido cabe recordar lo que el Papa emérito afirmara en su libro La infancia de Jesús respecto al buey y al asno. En efecto, el papa alemán afirma que estas dos figuras “representan a la humanidad desprovista de entendimiento pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento“.
De esta manera los ángeles en el pesebre deben representar algo de este misterio, no son figuras meramente decorativas.
Así las cosas ya se entiende que los ángeles, como lo ha dicho el papa Juan Pablo II, son seres inseparables de la acción salvífica de Dios en la historia del hombre.
En su libro La infancia de Jesús, Benedicto XVI se refiere al texto del profeta Habacuc: “En medio de dos seres vivientes…serás conocido” (Ha. 3,2).
Y afirma que “con los dos seres vivientes se da a entender claramente a los dos querubines sobre la cubierta del Arca de la Alianza que, según el Éxodo (25, 18-20), indican y esconden a la vez la misteriosa presencia de Dios. Así, el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza, en la que Dios, misteriosamente custodiado, está entre los hombres…”.
La riqueza del pesebre
¡Qué riqueza tan grande y que signos tan elocuentes los que trae el pesebre! ¿Te has puesto a pensar en esta riqueza al armar tu pesebre en tu familia, con los tuyos?
La presencia de los ángeles manifiesta también que los ángeles custodian el diálogo que se da entre Dios y los hombres. Los santos ángeles custodian el diálogo con Dios. Y ese diálogo que se da entre la creatura y su Creador recibe el nombre de adoración.
En este sentido, el Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 2628 enseña:
“La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce creatura ante su creador; exalta la grandeza del Señor. Es la acción de humillar el espíritu ante el “Rey de la gloria” (Sal. 24,9-10).
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Los ángeles nos ayudan, pues ellos son los primeros adoradores. Estas criaturas espirituales nos ayudan a conservar la pequeñez, a custodiar la pequeñez ante nuestro Dios.
Y el hecho de que son los primeros adoradores se concluye de las mismas palabras de Nuestro Señor: “Ellos, dice refiriéndose a los ángeles, contemplan siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mt. 18,10).