Cómo se regula el uso de las flores en Adviento y otros tiempos particulares
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Las flores son símbolo de la belleza y manifiestan la alegría, el clima de fiesta que acompaña a la liturgia.
En la Biblia la flor recuerda también la caducidad de nuestra vida (ver Isaías 40,6: “Todo hombre es como la hierba y toda su gracia es como una flor del campo”) y por tanto el paso de las estaciones.
Por esto deben ser renovadas y elegidas de forma que se muestre el recorrido del año litúrgico con las fiestas que lo caracterizan.
Con todo, sería mejor no colocarlas sobre el altar -el cual es símbolo de Cristo mismo y representa tanto la mesa como el lugar del sacrificio-, sino más bien alrededor. Esto es lo que prevé la última edición del Ordenamiento general de la Misa.
Resumo por tanto lo previsto por la normativa: ante todo, el altar debe ser adornado con moderación; las flores, además, se deben usar de forma moderada, disponiéndolas no encima sino alrededor del altar.
De hecho, sobre la mesa sólo se puede disponer lo necesario para la misa: el Evangeliario hasta la proclamación del Evangelio; el cáliz con la patena, la píxide, si es necesaria, el corporal, el purificatorio, la palia y el Misal a partir de la ofrenda.
Respecto a las flores, se prevé que, en el tiempo de Adviento, el altar se adorne con la discreción propia de este tiempo, evitando anticipar la alegría plena de la Navidad.
En Cuaresma, en cambio, está prohibido adornar el altar con flores, con excepción del domingo Laetare (IV de Cuaresma), las solemnidades y las fiestas.
Por Antonio Rizzolo, artículo publicado en la revista italiana Credere