¿Quieres aprehender la excelsitud de Dios? Aprende antes la humildad de Dios. Dígnate ser humilde en bien tuyo, puesto que Dios se dignó ser humilde también por ti #SanAgustin (Sermón 117,17)
La Navidad está cerca y siempre es bueno contemplar cómo Dios transformó el mundo a través del nacimiento de un Niño, en una humilde aldea de Judea. No es fácil aceptar que Dios es excelso por sus grandes obras, sino por la delicadeza de sus pequeños milagros cotidianos.
Nosotros podemos aspirar a ser transmisores de esa humildad de Dios, pero tenemos que dignarnos a ser humildes como El lo fue y lo es en todo momento. Ninguno de nosotros puede transformar el mundo en el Reino de Dios, pero si podemos dejar que Dios lo transforme a través nuestra. Nuestro único mérito es aceptar que somos simples siervos que acercan a lo demás al Señor.
Quisiera que este primer post en Aleteia se impregnara de esta humildad que supone aceptar que sólo Dios es excelso y capaz. Gracias a Inma y a Carmen Álvarez por darme la oportunidad de escribir en este pequeño espacio virtual y compartir con ustedes mis humildes reflexiones. Feliz Navidad, que ya la tenemos cerca.