Según la percepción de los mexicanos
México ocupa el lugar 103 de los 175 países analizados por Transparencia Internacional en lo que respecta a percepción sobre corrupción. El mal ha llegado a convertirse en parte del esquema del discurso del presidente Enrique Peña Nieto, quien ha dicho que la corrupción en México es, prácticamente, un hecho cultural.
Pero hay corrupción y corrupción, y el “hecho cultural” pertenece, sobre todo, a las policías y a los políticos, según la mayor parte de los mexicanos.
Acaba de ser publicado un análisis que hace el periódico Reforma, quizá el periódico con mayor influencia en México, en el que, en base a los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI), dentro de las instituciones, las policías son las que más se corrompen, y la iglesias las que menos.
El análisis está basado en el porcentaje sobre la frecuencia de corrupción por sectores; de mayor a menor frecuencia durante 2013 (cuando, por ejemplo, todavía no ocurría el desastre de los normalistas desaparecidos en la ciudad de Iguala).
Se ha obtenido, según el rotativo, sumando los porcentajes de respuesta de “frecuente” y “muy frecuente” en el que los mexicanos perciben que se corrompen las instituciones en el país.
Las policías ocupan el primer puesto con 88.7 por ciento (que se corrompen, según la percepción de los mexicanos). En orden descendente, le siguen los partidos políticos (84.7 por ciento); el ministerio público (78.4 por ciento); los gobiernos estatales (77.2 por ciento); los diputados y senadores (77.0 por ciento); ejército y marina (33.9 por ciento) y al final de las instituciones revisadas, se encuentran las instituciones religiosas con un 29.4 por ciento.
Más abajo la tabla ya no presenta instituciones, sino personas como compañeros de trabajo (que se corrompen frecuentemente o muy frecuentemente) con 26.5 por ciento; vecinos, 19.6 por ciento y, obviamente, familiares, con 17.5 por ciento.
Dicho en otras palabras: casi dos siglos de trabajo de zapa por parte del poder político en México para minar la confianza de los mexicanos en la Iglesia católica, principalmente, no han podido quitarle el prestigio del que goza. El INEGI ha metido a todas las instituciones religiosas en un mismo rubro, pero es evidente que son éstas las que mejor percepción mercen por parte de los mexicanos.