San Juan Damasceno nació en el año 675 en el seno de una familia que servía a los Omeyas. Y decidió aislarse en el monasterio de Sabas, cerca de Jerusalén, donde se dedicó a la oración y el estudio.
En primer lugar, su nombre -Damasceno- se debe a su origen: Damasco, en Siria.
Defensor contra la iconoclasia
De hecho, Juan fue un sacerdote famoso por su santidad y por su valentía.
Por ejemplo, cuando el emperador de Constantinopla, León III el Isaurio, ordenó la destrucción de las imágenes religiosas porque -por influencia de los iconoclastas- creía que eran adoradas, san Juan Damasceno defendió que siguieran existiendo ya que ayudaban al culto de Dios y a la veneración de la Virgen y los santos.
En este sentido, esta frase suya ha pasado a la historia:
Lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen.
Finalmente falleció en torno al 749 y se sabe que fue enterrado un 4 de diciembre.
Texto de san Juan Damasceno sobre la Virgen
"Convenía que aquella que en el parto había conservado íntegra su virginidad, conservase sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte. Convenía que aquella que había llevado en su seno al Creador hecho niño, habitara en la morada divina. Convenía que la Esposa de Dios entrara en la casa celestial. Convenía que aquella que había visto a su Hijo en la Cruz, recibiendo así en su corazón el dolor de que había estado libre en el parto, lo contemplase sentado a la diestra del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo que corresponde a su Hijo, y que fuera honrada como Madre y Esclava de Dios por todas las criaturas." (Hom. II in Dormitionem B. V. Mariae, 14)