Condena la esclavización de niños discapacitados, ¿y al mismo favorece que no nazcan?
Esta semana celebramos dos días internacionales de carácter social: el martes el de la abolición de la esclavitud y el miércoles el de las personas con discapacidad.
Si el artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que “nadie podrá ser sometido a esclavitud ni a servidumbre”, y que “la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas"; en diversas declaraciones de Naciones Unidas tanto de derechos de los discapacitados físicos como psíquicos, se dice que estos tienen derecho a la seguridad económica, a una atención médica y una educación adecuada, a ser protegidos de la explotación y del trato degradante, y a su capacitación, rehabilitación y orientación.
Evidentemente en la práctica estos derechos se cumplen muy relativamente, no sólo en cuanto a la diferencia de su protección y promoción según países y continentes, sino también en cuanto a la gran hipocresía con la que la comunidad internacional trata a ambos grupos humanos, defendiendo formalmente sus derechos y promoviendo algunas acciones concretas a corto plazo, de cara a la opinión pública, pero escondiendo sus políticas de discriminación a medio y largo plazo.
En el caso de la esclavitud ocultan que sin medidas políticas y económicas globales (en manos de los gobiernos de los países más ricos y de las instituciones que gobiernan el comercio internacional), no se podrá ni presionar ni eliminar los diversos negocios internacionales de la esclavitud en los países más pobres, como son la trata de personas, la explotación sexual, la explotación moral de mujeres y niños, y el reclutamiento forzoso de niños para utilizarlos en conflictos armados.
Por otro lado, la reivindicación políticamente correcta de los discapacitados por parte de Naciones Unidas, mientras alerta contra su estigmatización social e institucional, impulsa legislaciones que aprueban y promueven que los discapacitados no nazcan, con la eugenesia pre-natal, que para los planes de depuración racial del nacismo era mucho más importante que la eugenesia post-natal, por ser mucho más económica (en los paritorios mejor que en los crematorios) y sobre todo por ser la única en garantizar la “solución final”.
Y si conviene aprovechar estas efemérides del santoral de Naciones Unidas, es precisamente para denunciar la hipocresía de quienes lo avalan.