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Cómo la Fundación Gates está robando a las africanas su libertad y su vida

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Aleteia Team - publicado el 28/11/14
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Occidente impulsa baratos y peligrosos anticonceptivos para esterilizar a millones de mujeres africanas

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Mientras intentaba ponerme al día sobre las más recientes noticias de África, me topé con el reciente anuncio conjunto de Pfizer Inc. la Fundación Bill y Melinda Gates y la Fundación Fondo de Inversión Infantil (CIFF) para expandir el acceso a los anticonceptivos inyectables de Pfizer, Sayana® Prensa (acetato de medroxiprogesterona), para las mujeres en los países más pobres del mundo.

Entre los países destinatarios identificados para este proyecto de amplia gama de anticoncepción se encuentran Burkina Faso, Kenia, Níger, Senegal, Uganda y mi propio país, Nigeria.

Este anuncio fue recogido y alabado por muchas agencias de noticias en el mundo occidental incluida la BBC News en la que se hacía referencia al “anticonceptivo a un dólar preparado para hacer más fácil la planificación familiar”.

Una no puede evitar preguntarse: ¿“fácil” para quién? ¿Para las mujeres ugandesas, kenianas, o nigerianas? ¿O para el multimillonario Pfizer, Gates y CIFF?

Al leer más a fondo este anuncio y las noticias relacionadas, me di cuenta de que este proyecto no es nuevo – por el contrario su inicio se remonta directamente al amplio proyecto de recaudación de anticonceptivos lanzado por Melinda Gates hace dos años durante la Cumbre de Planificación Familiar de 2012.

Todo ello parece estar actualizado ahora en este barato dispositivo anticonceptivo que tiene como objetivo a las mujeres más pobres del mundo.

Por pura determinación y voluntad, estas figuras ricas –Pfizer, Gates y CIFF- han logrado introducir, en el mundo pobre, el dispositivo de un dólar por pieza diseñado para volverse el anticonceptivo autoinyectable predominante del mundo en vías de desarrollo, el milagroso dispositivo que hará fácil esterilizar a millones de mujeres en todo mi continente.

Afirman que este sería el camino hacia el desarrollo, así como a la emancipación y elevación de las mujeres africanas. Nos dicen que les dará a las africanas el control sobre sus vidas.

Pero me atrevo a preguntarles exactamente cómo esterilizar los vientres de las mujeres más pobres del mundo les dará control sobre la hambruna, la conscripción, la enfermedad y la pobreza. No hará en absoluto mujeres más educadas, o con más empleo.

Este amplio proyecto anticonceptivo no les ofrecerá a las mujeres que se sometan a él comida o agua limpia. No hará que las africanas sean más felices o estén más satisfechas en sus matrimonios. No, sólo las volverá estériles al menor costo posible.

Esto ciertamente no es lo que las africanas han pedido. No es el milagro que nuestros corazones anhelan en medio de las pruebas y las dificultades de África. Sin embargo, en un mundo de imperialismo cultural impactante, es lo que nuestros “mejores” han escogido para nosotros.

Y lo que es más insidioso es que este producto que ha sido lanzado es la versión autoinyectable del muy controvertido Depo-Provera que ha sido cuestionado en el mundo desarrollado después de haberse demostrado en varios estudios sus peligrosos e incluso letales efectos secundarios.

En octubre de 2011 el New York Times publicó un artículo llamado Anticonceptivo usado en África podría duplicar el riesgo de VIH. Este artículo estaba basado en un conjunto de estudios llevados a cabo por un prestigioso diario médico de investigación, The Lancet, que claramente expresó que “el riesgo de adquirir el virus del VIH se duplicaba con el uso de anticonceptivos hormonales especialmente con los métodos inyectables”.

Lo que es más sorprendente es que este estudio estaba en parte patrocinado por la Fundación Gates y, sin embargo, tras estos descubrimientos, han continuado con la puesta en marcha de este producto de alto riesgo en los países de su elección (Uganda, Kenia, Níger, Nigeria y muchos otros), países donde las mujeres nunca podrán ser capaces de levantar sus voces cuando los efectos letales se pongan en marcha.

 

Además de los efectos relacionados con el VIH de este producto, existe el doble riesgo de cáncer de mama demostrado por varios estudios como la amplia investigación realizada por el Centro de Investigación de Cáncer Fred Hutchingson en Seattle y publicado por el Centro Nacional de Información sobre Biotecnología (NCBI) en febrero de 2012.

Su equipo de investigación declaró claramente tras los estudios: “Encontramos que el reciente uso del DMPA (acetato de medroxiprogesterona a.k.a Depo-Provera) durante 12 meses o más se asoció con un aumento 2.2 veces mayor de riesgo de cáncer de mama invasivo”.

Además de esta publicación, el equipo también hizo un persuasivo comunicado de prensa seguido de su investigación.
Es más, este mismo producto Depo-Provera ha sido vinculado claramente a una pérdida permanente de densidad ósea y en este mismo artículo, Pfizer ha tenido un impactante número de acusaciones, demandas colectivas y arreglos sin acudir a los tribunales, todo eso a un costo de millones de dólares.

Como resultado directo de esto, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) emitió una obligatoria advertencia sobre este producto que decía: “El uso de Depo-subQ Provera 104 o Depo Provera puede causar pérdida de calcio almacenado en los huesos".

"Mientras más prolongado sea el uso de Depo Provera, mayor probabilidad de pérdida de calcio -continúa la advertencia-. En caso de detener el uso de Depo Provera, el nivel de calcio puede no volver por completo. La pérdida de calcio puede provocar huesos débiles y aumentar el riesgo de quebrantamiento de huesos, especialmente después de la menopausia".

Y añade: "No se sabe si el riesgo de desarrollar osteoporosis es mayor si se comienza el uso de Depo Provera en la adolescencia. Sólo debería usar Depo Provera a largo plazo (más de dos años) si otros métodos anticonceptivos no son buenos para usted”.

Este producto es defectuoso. Es peligroso. Y todo parece indicar que podría ser letal. Y en países desarrollados, se ha señalado como tal.

A pesar de esta realidad evidente, lo que ha sido considerado inadecuado y terriblemente deficiente en la tierra de los ricos, ahora se ha traído a la tierra de los pobres.

Como africana mi corazón se acelera hoy al considerar este último movimiento de colaboración de Pfizer, Fundación Gates y CIFF.

Pienso en todas las implicaciones y ramificaciones de esto en mi gente, mis hermanas, mis tías y mis amigas. Pienso en las pobres mujeres en África que no tendrán ningún medio para presentar demandas colectivas contra estos gigantes del mundo occidental.

Pienso en nuestro profundamente inadecuado sistema de salud en África que no está de ninguna manera equipado para manejar con las consecuencias o embestidas de los efectos secundarios médicos como el cáncer de mama, la osteoporosis (pérdida de la densidad ósea) así como el aumento del índice de la infección de VIH, todo asociado con este producto anticonceptivo. 

No puedo evitar pensar en las miles de africanas que morirán como resultado directo de este producto de a dólar.
Sí, mi corazón se acelera y mi mente se tambalea al intentar asimilarlo todo.

Dicho claramente: esto es racismo, es imperialismo y es una forma de colonialismo en la que las pobres africanas son tratadas como subhumanos sujetos a los ricos y poderosos.

¿Quién defenderá a las mujeres de África? ¿Quién lamentará la insensible indiferencia a favor de su bienestar? ¿Quién se quejará por la cruel falta de respeto con la que están siendo tratadas? ¿Quién llorará por el daño irreparable que les acarreará?

Yo soy sólo una mujer africana, pero desde mi postura elijo hablar, lamentar, quejarme y llorar en silencio por mis compañeras africanas, con la esperanza que al final del día de hoy, mis palabras y lágrimas lleguen y toquen los corazones de las personas de buena voluntad en todo el mundo y se unan a mí para defender la dignidad de las africanas.

Por Obianuju Ekeocha, quien nació y creció en Nigeria. Tiene una licenciatura en Microbiología en la Universidad de Nigeria y un Master en Ciencias Biomédicas en la Universidad del Este de Londres. Actualmente vive y trabaja como especialista científico biomédico en Inglaterra. Es miembro fundador de la Cultura de la Vida África, una iniciativa dedicada a la promoción y propagación del Evangelio de la Vida en África a través de la difusión de buena información, sensibilización y educación.

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