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La obra del Buen Samaritano vigente dos mil años después

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Esteban Pittaro - publicado el 19/11/14
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El Dr. Matías Najún, presidente del Hospice Buen Samaritano, Institución sin fines de lucro para el cuidado de personas sin recursos atravesando la ultima etapa de una enfermedad grave o terminal, es uno de los ocho Abanderados de la Argentina Solidaria.

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Llevaban meses esperando a un paciente como Roque, meses formándose, preparando el hogar. Cuando Matías Najún, médico especializado en cuidados paliativos, escuchó de él, lo fue a buscar. Estaba solo en un hospital municipal del gran Buenos Aires. Le ofreció ir a una casa con jardín. “No quiero ir a un geriátrico”, puso de condición. Así recibieron al primer paciente en el Hospice Buen Samaritano (www.buensamaritano.org.ar), en Pilar, Buenos Aires.

“Lo primero que hacen nuestros huéspedes es dormir una siesta. Se les va el dolor. Descansan. Al día siguiente de la llegada de Roque fui a visitarlo, y ya estaba contento, a gusto. Le pregunté cómo lo habían recibido. Y la respuesta fue como si lo hubiésemos preparado: ‘Me recibieron familiarmente’. Casi lo abrazo. De eso se trata”, evoca Matías, presidente del Hospice.

Después de Roque, más de 200 pacientes terminales pasaron por el Hospice  Buen Samaritano los primeros cinco años desde su creación, a finales de 2009.

Se trata de una iniciativa, como dice Matías, “de una fuerte impronta católica”.

Esta casa para enfermos terminales indigentes “es una casa que se pone al servicio de los más pobres”, explica. Se trata de dar una respuesta de acuerdo a un modelo presente en Reino Unido desde hace 50 años, y desde hace 10 en la Argentina.

“En nuestro caso tiene una fuerte impronta de Jesús Buen Samaritano. Es lo que hizo el buen samaritano: mirar al costado, conmoverse, encontrarlo, reconocerlo, ponérselo al hombro y cuidarlo. Y hacerte cargo”, aclara.

Y  agrega: “Combina fe y ciencia, la técnica de los cuidados paliativos, con la compasión y humanización que vienen del buen samaritano”.

Cómo cuidar al enfermo terminal

Explica Matías, también jefe de cuidados paliativos del Hospital Universitario Austral, que el objetivo de los cuidados paliativos “es cuidar a la persona en un momento histórico de su vida, de su familia, que tiene que ver con la aparición de una enfermedad que se transformó en incurable, en terminal”.

Es un proceso, aclara, que necesita muchas cosas, más allá de un excelente control de síntomas, ya que precisa de acompañamiento psicológico, anímico, espiritual.

Ante una medicina que parece fragmentada en especializaciones, la propuesta del Hospice es un equipo interdisciplinar “que se especializa en este momento de la vida que puede ser de días, semanas, meses”.

“Hemos acompañado personas durante días, breve tiempo en el que se ha podido hacer muchísimo. Los procesos han permitido que la persona esté sin dolor, con síntomas controlados, y que pueda entender lo que está pasando para prepararse”.

Esto implica combinar “excelente medicina, excelente enfermería, entrenamiento en la escucha, en el acompañamiento espiritual”, aclara.

El equipo está integrado por 11 enfermeros contratados por esta organización, tres médicos, dos psicólogos, el apoyo pastoral de la Sociedad de San Juan, y un pulmón de mas de 120 voluntarios.

“Gran parte del espíritu que se vive en el Hospice lo pone el voluntario. Gente común que lleva su generosidad, tres o cuatro horas por semana en distintos lugares: lavadero, ayudar en la cocina, ayudar a las enfermeras, contención, momento pastoral”.

“Esto no es un emprendimiento sanitario, es un emprendimiento comunitario. Es la comunidad que cuida a una persona con profesionales”, explica.


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Mucho más que una casa

El Hospice Buen Samaritano tiene una casa con seis camas, en cuartos individuales, y posee un centro de día que funciona martes y jueves para las personas que pueden ir y volver  para control de síntomas, terapia, y descanso.

Además hay una modalidad de trabajo que permitió ampliar sustancialmente su alcance.

“A veces la gente no te llega, hay que ir a buscarlos. Entonces salimos a los hospitales y desde hace dos años un equipo del Hospice los atiende gratuitamente en el Hospital Sanguinetti de Pilar, y hace un año en el Hospital Larcade de San Miguel”.

“Generamos convenios gratuitos para que estos dos hospitales tengan cuidados paliativos que hace un tiempo no lo tenían. Entonces multiplicamos la cantidad de gente a la que llegamos”.

“En el Hospice atendimos en cinco años 200 personas. En este año, en los hospitales, ya atendimos a 250”, explica.

Y aclara que “Hospice no es solo la casa. Es el modelo de cuidado. Lo lleva el voluntario, lo lleva a donde esté. Es un modelo, no son las cuatro paredes”.

Con vocación y compromiso de multiplicar manos y corazones en este especial cuidado, el departamento de educación del Hospice forma a voluntarios, trabajadores sociales, enfermeros y médicos tanto en el Hospice como en universidades e instituciones de salud públicas y privadas.


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Encuentro con Jesús

Los pacientes del Hospice se replantean fuertemente las cosas. Algunos se preguntan por qué gente común va a cuidarlos, gente que no los conoce.

“El amor del otro replantea interiormente todo una historia”, describe Matías. Y hay conversiones, historias de gente que se siente escuchada por Jesús, “gente que dejó su fe allá lejos en el tiempo pero ahora se reencuentra con él”.

La historia de Alfredo conmueve. Durante meses le insistió admirado a Matías: “¿Por qué me tratan así?”. Tomó la primera comunión y la confirmación. Llamó al Dr. Najún y le contó. “Entendí por qué me trataban así. Es que en Jesús somos todos hermanos”. Falleció a los diez días.

El motor de esto es Jesús. El que soñó el Hospice Buen Samaritano y nos hizo instrumentos fue Jesús. Si tengo una certeza es esa”.

“Si en el Hospice pasa lo que pasa, no solamente con los pacientes, cuando conseguimos apoyo económico, lo humano, es que Jesús está ahí metiendo nafta. Gracias a Jesús el Hospice es una realidad”, concluye Matías.

Más allá de los resultados del Concurso Abanderados de la Argentina Solidaria al que está nominado Matías, y en él, el Hospice Buen Samaritano, que en la opinión pública se difunda la importancia del cuidado Hospice es motivo de alegría, y muestra una alternativa a la “cultura del descarte” que tantas veces denuncia el papa Francisco.


MENSAJEROS DE LA PAZ
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Para conocer y adherir a la obra del Hospice Buen Samaritano se puede ingresar en  http://www.premioabanderados.com.ar/abanderado/63

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