¿Existen las almas “vagantes”, que deambulan en pena por el mundo?
¿Existen almas en pena que vagan entre este mundo y el otro, y que buscan contactar con los vivos? Es una de las preguntas a las que contesta el padre Gabriele Amorth, famoso exorcista, a la revista italiana Credere, y que por su interés reproducimos:
– Don Amorth, alguno afirma sentir una especie de “presencia” de alguna persona del pasado. ¿Son solo sugestiones?
Las que usted se refiere son llamadas “presencias”. Se trata de una vasta casuística, que afecta a no pocas personas, que afirman percibir la cercanía, a veces incluso física, de antepasados o de personas extrañas quizás muertas de repente. Otras veces hablan de “almas en pena”, que son percibidas como almas de difuntos que aún no han encontrado su lugar en el orden de la vida eterna; otras veces se habla de “almas guía”, que aconsejarían a las personas sobre las decisiones más justas. Se trata de problemas abiertos que los teólogos deberían estudiar, profundizando en los datos de la Escritura, del Magisterio de la Iglesia y de las experiencias de los místicos.
– ¿Usted qué piensa?
Tenemos algunas certezas: la primera es que tenemos sólo una vida, que nos jugamos aquí, al final de la cual seremos juzgados para resucitar a la vida en Dios o para la muerte en el infierno eterno. No existe, por tanto, alguna posibilidad de que estas almas sean formas de reencarnación, la cual, está fuera de la fe de la Iglesia católica. Una segunda consecuencia deriva de esta: si después de la muerte vamos al paraíso, al infierno o al purgatorio, me surgen bastantes dudas para creer que existan almas en pena, es decir, vagando libres por el mundo.
– Pero ¿existe en todo caso una forma de comunicación entre los difuntos y nosotros?
Cierto, el Cuerpo Místico que es la Chiesa comunica en su interior. Así entre las almas de los difuntos que están en el paraíso y en el purgatorio y nosotros aún en peregrinación sobre la tierra existe un intercambio de amor dado por la oración recíproca de intercesión. En particular las del purgatorio, sufriendo por su purificación, verdaderamente extraordinarias a favor nuestro.
– ¿Y las almas de los condenados?
No lo sabemos. A mi me ha sucedido que un espíritu durante el exorcismo afirmaba ser una tal persona, pero después de una comprobación más en profundidad, después de varias sesiones, se descubría que en realidad eran demonios. Otros exorcistas, sin embargo, están convencidos de que la presencia de estas almas en pena es real. Repito, sería oportuno promover profundizaciones teológicas sobre la condición de las almas tras la muerte. Tarea que no es propia de los exorcistas, sino como he dicho, de los teólogos.