La Santísima Virgen María es la Madre de Jesús. Por la Tradición sabemos que sus padres eran san Joaquín y santa Ana y que residían en Séforis.
El nacimiento de Cristo, el Hijo de Dios, aconteció en un momento preciso de la Historia. En la Virgen María se cumplen las profecías del Antiguo Testamento y los textos de la Escritura que se refieren a cómo sería la venida del Mesías.
Un acontecimiento importante
Debido a la importancia de la Virgen, la Iglesia celebra desde hace muchos años el día de su nacimiento. No se dispone de una fecha exacta conocida, pero sí hay voluntad de recordar a todas las generaciones su papel clave en la Salvación. Por eso celebramos su Natividad el 8 de septiembre.
Del nacimiento de la Virgen la Iglesia recalca que fue escogida por Dios para ser la Madre de Cristo, Dios y Hombre verdadero, y que fue concebida (en el seno materno de su madre) sin pecado original. Por eso se la llama Inmaculada, que significa “sin mancha”, lo que significa que la Virgen tenía la gracia santificante desde el momento de su concepción.
En ella se comienza a cumplir la promesa de un Redentor que Dios dará a los hombres después de que nuestros primeros padres, Adán y Eva, cometieran el pecado original. Porque en el Génesis ya había establecido que el linaje de la mujer aplastaría la cabeza del diablo (Gen 3, 15).
Historia de la fiesta
La fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María se comenzó a conmemorar oficialmente con san Sergio (687-701 d.C.). Este Papa mandó que se celebraran en Roma cuatro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación.
No sabemos exactamente dónde nació la Virgen. Los historiadores y arqueólogos barajan tres opciones: Belén, Séforis o Jerusalén.
Belén podría ser ya que la Virgen era de la estirpe de David, linaje real. Y sabemos que Belén era la ciudad de David, a la que los Evangelios narran que san José y la Virgen fueron a empadronarse.
Séforis, a pocos kilómetros al norte de Belén, podría ser porque los padres de la Virgen residían allí.
Y Jerusalén es la hipótesis más apoyada, amparándose en un escrito de san Sofronio, en el siglo IV d. C.
La fiesta de la Natividad de la Virgen es muy especial. En la Iglesia, a los santos suele celebrárseles el día de su fallecimiento porque es el de su marcha al cielo. Sin embargo, conmemoramos tres nacimientos: la Natividad del Señor, el Nacimiento de san Juan Bautista y la Natividad de la Virgen.
Una visión reveladora
La celebración de esta fiesta se vivió en Oriente antes que en Occidente, donde la introdujo san Maurilio después de haber tenido una revelación en el año 430. La comenzó en la diócesis de Angers (Francia).
Un hombre de Angers se encontraba en la pradera de Marillais la noche del 8 de septiembre del 430 cuando vio a los ángeles cantar en el cielo. Les preguntó cuál era el motivo de su cántico y le respondieron que cantaban de alegría por el nacimiento de Nuestra Señora esa noche (cfr. La fête angevine N.D. de France, IV, París, 1864, p. 188).
La fiesta fue expandiéndose, con intención de mostrar el amor de los cristianos a la Virgen. Consta que en Roma se celebraba ya en el siglo VII. El Papa Sergio la declaró fiesta solemne con una gran procesión.
En 1245, el Papa Inocencio IV la declaró fiesta universal de la Iglesia durante el concilio de Lyon.
Hoy en muchos lugares del mundo celebran la fiesta, unida a las "vírgenes encontradas", imágenes de Nuestra Señora halladas y que desde hace siglos son foco de devoción popular en ermitas y santuarios.