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¿Cómo se construyó en realidad el Valle de los Caídos?

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Enrique Chuvieco - publicado el 23/08/14
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El profesor Bárcena asegura que los presos que construyeron el complejo tras la Guerra Civil eran voluntarios

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Docente del Instituto de Humanidades del Centro de Estudios Universitarios (CEU), Alberto Bárcena ha estudiado el régimen de redención de penas de los presos republicanos que participaron en la construcción del Valle de los Caídos, donde, tras finalizar la Guerra civil española, se erigió una gran cruz de 150 metros de altura y un complejo adyacente regentado por benedictinos.

Bárcena aclara que hubo muchas solicitudes que no se pudieron acoger. El sistema “contemplaba la redención de un día de trabajo por uno de condena, pero, posteriormente, un día resarcía a seis de condena, trabajaban ocho horas diarias y descansaban los domingos”.

Usted ha estudiado el sistema de redención de penas en la construcción del Valle de los Caídos tras la Guerra civil española, ¿en qué consistió?

Fue un sistema jurídico, puesto en marcha antes de acabar la guerra, que consistía en que los presos de guerra y los comunes que quisieran acogerse pudieran reducir su condena con trabajo. En un principio, contemplaba la redención de un día de trabajo por uno de condena, pero, posteriormente, un día resarcía a seis de condena.

Aparte cobraban un salario del que una parte se destinaba a su manutención y otra para las familias de los reclusos, que era tramitado por una red de Juntas Locales del Patronato de la Merced, dependiente del Ministerio de Justicia. Estas Juntas Locales funcionaban en todas las provincias españolas para hacer llegar el dinero a las familias de los presos.

Además, por el sistema de indultos, personas que tenían condenas de pena de muerte fueron condonadas por otras de treinta años de prisión, pero muchos eran ya libres en 1945.

¿Qué porcentaje de presos republicanos vinieron al Valle de los Caídos?

Cerca de la mitad fueron presos que habían solicitado venir aquí. Tenían que cumplimentar una instancia, explicando su situación, en qué prisión estaban, algunos datos personales y su expediente penitenciario. Hubo un exceso de peticiones, que no se pudieron dar abasto. Para los que estuvieron, las ventajas fueron enormes porque, aparte de la reducción de condenas, cobraron un jornal en igualdad de condiciones laborales que los operarios libres, por ejemplo, todos hacían ocho horas diarias.

Por aquí pasaron unos 3.000 en los veinte años que duraron estas obras y no los 20.000 que aparecen en “la leyenda negra”. Ojalá hubiesen sido más, pues significaría que otros muchos habrían podido acogerse al sistema.

¿Cuánto tiempo ha invertido en su investigación?

Ocho años y he comprobado que las ventajas eran enormes para ellos. Eran gentes que venían de las cárceles de postguerra. Aquí trabajaban al aire libre, cobraban en muchos casos lo mismo que los trabajadores libres, no hacían los trabajos más duros, como se ha dicho, y descansaban los domingos.

Aquí estuvieron carpinteros, canteros, pintores, peones que construían carreteras; hacían lo que hacían los otros, dependiendo de su cualificación profesional.

Todos los médicos del Hospital del Valle de los Caídos eran presos y aquí siguieron trabajando en lo suyo. A los heridos y enfermos, si eran casos más graves, los llevaban a Madrid, pero cualquier lesión que tuvieran se les atendía aquí.

Por otro lado, se construyeron tres poblados donde presos y libres podían solicitar una vivienda. Había barracones para los trabajadores, pero también se habilitaron viviendas individuales donde se podían instalar las familias. El 50 por ciento de los presos y de los libres trajeron a sus familias.

¿Este reparto igualitario se extiende también a los enterrados en el Valle o hubo discriminación para los perdedores?

Los que están enterrados son caídos en el conflicto, presos no hay ninguno, y hay el mismo número de un bando que del otro. Cualquier muerto de la Guerra Civil o muerto violentamente del 36 al 39 estaba muy localizado en los cementerios de España.

En el Decreto de 1957 de 23 de agosto, Franco creó la Fundación de la Santa Cruz en el Valle de los Caídos y dice claramente que éste es el monumento a todos los caídos de España de la Guerra Civil, independientemente del bando. En el 59, cuando se inaugura el monumento, se dan los traslados de restos de pueblos de toda España.

Habría personas que no aceptarían el entierro católico y se haría en contra de su voluntad

Me he cansado de ver los consentimientos de las familias. En el Archivo del Palacio Real, donde se recoge toda la documentación relativa a la construcción del Valle, me he encontrado con las cartas de los gobernadores civiles que mandaban a los ayuntamientos de toda España en las que se les pedía el número de caídos que había en los cementerios y el consentimiento familiar.

Hay un caso curioso, aquí en la provincia de Madrid, pues un alcalde dice que entre los muertos hay un cura gallego del cuya familia no han podido localizar (un cura que fue asesinado, no murió en el frente), por lo que no se le pudo trasladar, puesto que no había consentimiento.

¿A  quién se le ocurrió construir una cruz de estas características?

Ya antes de acabar la guerra, Franco tenía la idea de hacer un enorme monumento a los caídos que conmemorase lo que fue la guerra, con una finalidad sobre todo para él prioritaria que era evitar que se volviera a repetir.

Pocos meses más tarde de acabar la contienda, recorre la sierra de Madrid y elige el lugar donde está el Valle de los Caídos, que era propiedad de la familia de los Condes de Villapadierna. Expropia la finca, por la que se pagó 600.000 pesetas a la familia (es mentira que se pagara una peseta, como se ha dicho).

En el primer aniversario del final de la guerra, empiezan a hacerse las carreteras de acceso y a construir la basílica. Eran de tal magnitud las obras, que se tardó veinte años en terminar el complejo.

¿Luego se cedió a los benedictinos?

Franco siempre tuvo una idea clave y es que esto tenía que ser enterramiento colectivo de los caídos de ambos bandos y que había que constituir un Centro de Estudios Sociales, que funcionó hasta la Transición, en que fue desmantelado.

Este centro tenía como finalidad recopilar y estudiar la doctrina social de los papas, en materia laboral especialmente. Él aspiraba a que esa recopilación de la Doctrina Social de la Iglesia fuera asimilada por los empresarios, sindicalistas y obreros, y que terminara con las situaciones de injusticia.

El centro, igual que el culto, se encargó a los benedictinos. Funcionó desde el 59 hasta el 76. Como estaba previsto por el Decreto Fundacional, aparte de recopilar toda la doctrina, se celebraban tandas de ejercicios espirituales, seminarios, para dar a conocer la doctrina de los papas.

Pío XII llega a decir en el año 43 que el Régimen de España es una demostración de que la Doctrina Social de la Iglesia es aplicable al Estado, en el caso de que quiera éste aplicarla.

Franco realmente carece de un ideario político, quitando los famosos puntos de Falange, que no eran más que una mínima estructura, muy básica. Lo que le mueve, lo que es la orientación del Régimen, es la doctrina de la Iglesia.

El Centro de Estudios Sociales para él era tan importante como el propio culto que se celebraba en la basílica y se sigue celebrando, con dos finalidades prioritarias: pedir por los difuntos, por todos los caídos en la Guerra, y por España.

Esta finalidad, los benedictinos la siguen cumpliendo a día de hoy, el Centro de Estudios Sociales, no, porque terminó en la Transición.

El gobierno de Calvo Sotelo suprimió la primera subvención y fue Felipe González quien la anuló totalmente. Desde ese momento, el Centro cierra porque no puede subsistir, y con él termina el que era uno de los fines fundamentales de la creación del monumento.

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