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Papa Francisco: ¿Por qué Corea?

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Rafael Navarro-Valls - publicado el 13/08/14
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Varias claves sobre el viaje papal: la evangelización de Asia, China y el final de la Guerra Fría
Francisco viaja hoy a un país formalmente en guerra, una zona “caliente” del planeta.  La  guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética   fue en realidad , como observa Stanley G. Payne, “una guerra mundial por poderes”, que en ocasiones generó guerras civiles en varias  partes del mundo, como fue el caso de Corea .

Cuando el 27 de julio de 1953 se suspendió la sangriente contienda – iniciada el 26 de junio de  1950 con un ataque masivo del  Norte contra el Sur –   no fue por un tratado de paz  sino por un  armisticio,  firmado en Panmunjon. Corea del Norte – dominada por el socialismo real-  amenazó varias veces con denunciarlo. El 11 de marzo de 2013 efectivamente  lo repudió.

De ahí la incertidumbre en que se encuentra  la zona desmilitarizada,  que se extiende por 250 kilómetros, con una anchura de cuatro kilómetros, en la frontera que separa a ambos países. La situación de alerta continua desestabiliza la posible coexistencia pacífica. Misiles nucleares norcoreanos  apuntan a Corea del Sur,  y ésta, a su vez, realiza ejercicios militares en bases con decenas de miles de soldados estadounidenses instalados en ellas.

El Telón de bambú
 
En ese clima de tensión, el  Norte acaba de prohibir formalmente a los católicos norcoreanos que asistan a las  ceremonias de reconciliación previstas en el propio viaje papal. Hubiera sido una ocasión espléndida para bajar transitoriamente la cortina de bambú que separa a las dos Coreas.

La intransigencia de los creadores del telón vegetal  obliga a mantener  las espadas en alto, aunque el papa no dejará de  ofertar la  reconciliación. Es una  de las razones que le han movido a viajar a esta parte de Asia, 15 años después de una última visita papal. Como han dicho fuentes de Seul, “la cuestión de la reunificación es una herida abierta para el pueblo coreano” . No hay que olvidar que, aunque divididos, Norte y Sur son un solo pueblo, con el mismo trasfondo cultural y la misma lengua
 
"Amo a Corea"

En su  visita, el papa beatificará a 124 mártires coreanos. Se espera la asistencia de un millón de personas. De los nuevos beatificados solamente uno es sacerdote, los restantes son trabajadores, pequeños empresarios, jóvenes, sirvientes  etc. Este dato da razón de otro hecho inédito en la historia del cristianismo: un país evangelizado por laicos, sin mediación externa sacerdotal hasta bastantes  años después.

A Francisco –que se ha confesado “anticlerical”, en el sentido de que fustiga el “clericalismo”- este hecho le sorprende y, pienso yo, en su fuero interno le  agrada. Es otra de las razones que han impulsado esta visita de cuatro días.  No fue una frase de circunstancia el “amo a Corea”, que el Papa Francisco pronunció al hacer cardenal al arzobispo de Seúl.
 
Las periferias sociales siempre han ejercido un especial atractivo para el papa argentino. También las geográficas. Corea es uno de los ejemplos más vivos. Periferia geográfica, pero cristianismo dinámico. Una de las sociedades más  activas no solamente del continente asiático, sino de todo el mundo, con un cristianismo joven y en continuo movimiento. Por eso es llamada “el tigre asiático de la Iglesia”,  tomando ocasión del animal emblemático de Corea del Sur.   
 
Objetivo : China

Pero a medio plazo, se entrevé que  el objetivo del viaje  es también  China. Tanto Corea como Filipinas, a la que luego viajará Francisco, están cercanas al coloso  asiático.

De hecho, Pekín ha autorizado – lo que no hizo con los viajes de Juan Pablo II – que el avión del papa penetre el espacio aéreo chino, tanto a la ida como a la venida. Es un débil síntoma de que algo está cambiando en el gigante chino. Un gigante que es parte del objetivo estratégico de la Iglesia católica.

El ejemplo de Corea hace que la fe ya no pueda ser asociada en este continente al colonialismo, ya que los coreanos mismos produjeran el milagro de la “inculturación” del cristianismo en tierras asiáticas, conviviendo con religiones milenarias tan distantes del mensaje de Jesús. Que, por cierto, nació en Asia.

Tal vez  sean estas algunas de las razones que llevaron a Juan Pablo II a decir que el tercer milenio debía ser el de la evangelización de Asia.
 
Rafael Navarro-Valls, catedrático, académico y autor del libro “Entre dos orillas” (Ed.  Internacionales universitarias 2014)
 
 
 

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