Venezuela ha sufrido en los últimos años actos de sacrilegio al Santísimo Sacramento y profanación de tumbasLas sospechas de la feligresía cristiana recaen principalmente en una religión conocida como santería y en otra variante de la magia negra denominada los paleros. Aunque son distintas practican ritos de brujería, magia negra e inician a personas en rituales que simulan acercamiento con la fe católica.
El padre Miguel Marín, sacerdote que hace vida en la Diócesis de Guarenas, se ha convertido en una referencia en cuanto a la misión de sentido apologético que desarrolla. “Los católicos tenemos que sincerarnos con nuestra religión”, dice de tajo.
“Venezuela es un país en el que el sincretismo religioso cada vez cobra mayor auge, especialmente en los últimos años cuando se ha incrementado la Santería, como consecuencia de la reciente emigración cubana hacia este país”, recalca el sacerdote. “Encontraron un caldo de cultivo fomentado por los aspectos políticos y sociales; el deseo del dinero fácil, y por la falta de formación en buena parte de los católicos”.
Alerta sobre la necesidad de “tener identidad como católicos. Esto es, acudir frecuentemente a los sacramentos y tener una formación adecuada para evitar ser engañados, no solo por la santería sino también por otras sectas y religiones”.
Explica que la santería es una religión primitiva llegada al continente americano desde tierras africanas en los tiempos de la colonia. “Los esclavos traídos de África llevaban consigo sus creencias de la tribus yorubas de Nigeria. Para no recibir castigos de parte de sus amos de entonces, escondieron sus ‘Orishas’ con nuestros santos, santas y vírgenes. Es lo que se llama un sincretismo religioso, la mezcla de aspectos de la religión católica con la yoruba”. Se asentaron en Cuba, Haití y Brasil, relata.
El padre Marín indica que Santa Bárbara, que es una santa católica, se sincretiza con Changó, que es una de las ‘deidades’ del panteón yoruba; Elegguá es representada con el Santo Niño de Atocha; Yemayá con La Virgen de la Regla; y San Francisco de Asís con Orunmilá, entre otros orishas, que llegan a más de doscientos”. La santería define a los orischas como deidades o energías superiores que rigen nuestros destinos, trascienden nuestras facultades sensoriales, son intermediarios de Dios.
Explica, además, que la santería tiene variantes que les conducen a la práctica de la adivinación, la brujería, hechicería, magia negra y blanca, ofrecimiento de sangre de animales. “Mientras más dinero tenga la persona interesada en un trabajo de santería, más costosos, grandes, y en mayor cantidad serán los animales sacrificados”.
“Los católicos creemos en un solo Dios”
El otro consultado fue el Padre Héctor Pernía, sacerdote salesiano también dedicado al trabajo de orientación de los creyentes. Su Guía bíblica para defender y difundir nuestra fe católica, colgada en Internet le ha convertido en un misionero defensor de la fe, incluso, con el aval de la Conferencia Episcopal Venezolana.
Explica en la Guía que son múltiples “los elementos de fuerte traición y ofensa a Dios que están presentes en la Santería”. Con base en citas bíblicas como Dt 18,10-22; 1Cor 10,21-22 y Gal 5,19-21, enseña que estas prácticas son condenadas fuertemente.
“Ya no se vive en nombre de Dios sino en nombre de los Orischas; ya no hay una relación única con Dios como Salvador sino que ahora acuden a dioses paganos a buscar la solución a sus necesidades… Dios reprueba aquello que al mismo ser humano le perjudica; los mandatos de Dios son nuestra misma protección”, dice.
“Hacerse el Santo”
Pernía explica que las personas interesadas en iniciarse en la santería, después de un tiempo de preparación, cumplen el proceso de la ‘hechura del santo’.
“Es una ceremonia mal llamada ‘bautismo’ por los santeros. Se consagran a un Orischa y, según creen, se dejan poseer por él. A partir de ese momento la persona se considera hija de Changó, Elegguá, Ochún, Yemayá, Obatalá o cualquiera de los orischas que supuestamente hayan tomado posesión de ella”.
El Padre Miguel Marín acota que el costo de ‘hacerse un santo’ implica un gasto de unos 80 mil bolívares. “La gente vende sus carros, casas y terrenos; muchos se endeudan para pagar ese ‘santo’ que realmente es un dios pagano, y a la final se dan cuenta que no les sirve para nada”, precisa.
Pernía señala que luego de la ceremonia el santero se confiesa hijo del Orischa. “Ya no se considera hijo de Dios y si dice que aún lo sigue siendo está engañando a Dios; se engaña a sí mismo y a los demás”.
Otros aspectos que denotan la condición de santero los describe el padre Héctor Pernía en la página Face´Dios: “Mienten cuando dicen que no hacen cosas malas. Hay manuales tales como “Tratado y obras de Osaín” en los que hay trabajos para enloquecer a una persona, romper matrimonios, amargarle la vida a la gente”.
Agrega que renuncian a “la libertad de los hijos de Dios y se someten a vivir en esclavitud bajo el dominio de los orishas… Tuercen la fe cristiana y palabras que son sagradas las utilizan para darle la espalda a Dios… Profanan y se burlan de lo Santo, de lo sagrado al utilizar imágenes sagradas de santos cristianos y hasta la misma hostia consagrada para rendirle culto a los ídolos a los que ahora le han entregado sus vidas”.
Cabe recordar que la sensibilidad de algunos sectores vinculados a la santería en Venezuela, en un primer momento no le permitió interpretar llamado a definirse hecho por el Cardenal Urosa Savino, el Miércoles Santo de 2012, cuando expresó: “Las personas que están débiles en su fe los engañan, les dicen que pueden ser santeros sin dejar la religión católica. No podemos ser chicha y limonada al mismo tiempo, la santería es distinta a la religión católica”. Luego, algunos reflexionaron y han reconocido que, ciertamente, la santería es una religión distinta a la católica, que están muy dispersos y sus fines son totalmente distintos.