La división de los cristianos es una herida abierta en la Iglesia que el Papa Francisco está tratando de sanar. “En este camino hacia la comunión plena compartimos las mismas esperanzas y el mismo compromiso responsable, conscientes de que así caminamos en la voluntad del Señor Jesucristo”, dijo el Santo Padre este jueves en la mañana recibiendo a Su Santidad Aram I, líder de los catolicos de la Iglesia Armenia Apostólica de Cilicia, durante su encuentro en el Vaticano.
El Papa Francisco ha dicho que los cristianos necesitamos “confianza y esperanza”. Específicamente se ha referido a la situación de los “hermanos cristianos de Oriente Medio” que viven en “zonas martirizadas por el conflicto y la violencia”.
“Nosotros también lo necesitamos”, dijo dirigiendo su discurso a los cristianos que viven en países con otras situaciones menos beligerantes. No obstante, son cristianos que “muchas veces corren el riesgo de perderse en los desiertos de la indiferencia y del olvido de Dios, o de vivir en los conflictos entre hermanos, o de sucumbir en nuestras batallas interiores contra el pecado”, afirmó.
“Como seguidores de Cristo tenemos que aprender a llevar unos el peso de los otros, con humildad, ayudándonos así mutuamente a ser más cristianos, más discípulos de Jesús. Caminemos, pues, juntos en la caridad, como Cristo nos amó y se ofreció por nosotros” animó.
Después de la reunión privada, ambos líderes se han intercambiado regalos. Al final Francisco y Aman I han tenido un momento de oración en común en la Capilla Redemptoris Mater.
El Papa ha manifestado su aprecio por el esfuerzo de Aram I por la causa de la unidad de los cristianos. El Catolicos ha desempeñado un papel importante en el Consejo Ecuménico de las Iglesias y en el Consejo de las Iglesias de Oriente Medio que sostienen a las comunidades cristianas en esa región sin olvidar su aportación y la del Catolicosado de Cilicia en la Comisión Mixta de diálogo entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales.
Francisco ha recordado que Aram I representa ”una parte del mundo cristiano marcada profundamente por una historia de pruebas y de sufrimientos, aceptados valerosamente por amor de Dios. La Iglesia apostólica armenia se ha visto obligada a ser un pueblo peregrino, experimentando así, de forma singular, el propio estar en camino hacia el Reino de Dios".
"La historia de emigración, persecución y martirio de tantos fieles ha dejado heridas profundas en el corazón de todos los armenios -afirmó-. Tenemos que considerarlas y venerarlas como las heridas del mismo cuerpo de Cristo: precisamente por eso son también motivo de esperanza inquebrantable y de confianza en la misericordia que procede del Padre’’.