Respondemos una consulta de un lector de AleteiaTengo entendido que no hay santos del Antiguo Testamento, pero creo que me falta indagar mas y catequizarme, ¿alguien me puede orientar conforme a esta duda, por favor?
¿Hay santos declarados del Antiguo Testamento? Sí, los hay, y se podría mencionarlos como “San…”. No son muchos, es verdad, pero son personajes muy significativos en su mayoría. Mencionaré, de modo resumido, los criterios que se siguen para llegar a esta conclusión, extraídos fundamentalmente de la Escritura misma.
En primer lugar, los más incontestables son los que aparecen en la gloria. Es lo que sucede con Moisés y Elías –representativos de la Ley y los profetas respectivamente-, que acompañan de un modo glorioso a Jesucristo en la transfiguración, en el monte Tabor. Desde luego, no cabe una mayor garantía.
Semejante a lo anterior es el caso de Juan Bautista, a quien hay que considerar el último profeta del Antiguo Testamento. Si ya consta su confirmación en gracia desde el seno materno, se ven las palabras de Jesús sobre él, y se comprueba que fue mártir, no puede quedar ninguna duda al respecto.
En segundo lugar, están los mártires. Figuran aquí en primer lugar los siete hermanos Macabeos con su madre. Es útil en este capítulo complementar los datos bíblicos con la tradición judía. Ésta dice –y desde luego, de modo muy verosímil- que el profeta Isaías fue asesinado por el rey Manasés, porque no le hacía ninguna gracia su mensaje. También lo dice de Jeremías, aunque en este caso bastaría considerarle como confesor (en el sentido técnico del término), pues pasó toda la vida sufriendo por causa de su fidelidad a Dios.
Después, tenemos el capítulo 11 de la carta a los hebreos, donde desfilan varios personajes del Antiguo Testamento puestos como ejemplo no solo por su fe, sino por su vida de fe. No es exactamente una declaración de santidad, pero se acerca bastante, sobre todo con la frase que cierra el capítulo: “de forma que no llegaron a la perfección sin nosotros” (el sentido es que su santidad fue posible por los méritos de Cristo; o sea, que el Nuevo Testamento hace posible que exista santidad en el Antiguo). Antes ya señala el texto que alcanzaron las promesas.
Hay algún caso más en el que lo que se narra en el Antiguo Testamento es suficiente para permitir concluir que se llevó una vida santa. Es el caso, por ejemplo, de Eliseo, perfecto continuador del espíritu y la misión de Elías.
Si volvemos al mencionado capítulo de la epístola a los hebreos, comprobamos que algunos de los mencionados no siempre tuvieron una conducta ejemplar. Pero no se debe olvidar que el santo no es el que no ha pecado nunca, sino el que muere en un perfecto amor a Dios tras haberse arrepentido sincera y profundamente de sus pecados. El mejor ejemplo es el rey David, al que Dios mismo pone como ejemplo en alguna ocasión, a la vez que nos ha dejado en el salmo 50 un ejemplo maravilloso y poético de un arrepentimiento sincero.
En bastantes casos sucede que no puede concluirse la santidad de un personaje porque hay realmente pocos datos de su vida.
Por último, conviene dejar claro que la santidad es obra en primer lugar de la gracia divina –y, claro está, de la correspondencia humana-. Y la gracia nos la obtuvo Jesucristo con su sacrificio en la Cruz. Son por tanto los méritos de Cristo los que también hacen posible la santidad antes de su Encarnación. Dios puede hacerlo –está fuera del tiempo-, y lo hace, como también adelantó el sacrificio eucarístico el Jueves Santo.