La ciudad de Aparecida del norte en San Paulo, Brasil es conocida como el santuario mariano nacional más importante, al que acuden 7 millones de peregrinos de todos los países cada año.
Aquí es donde se encuentra la Basílica de la Inmaculada Concepción, la segunda más grande del mundo, de Nuestra Señora de Aparecida, la santa Patrona de Brasil.
La historia cuenta que unos pescadores que acostumbraban pescar en el río Paraiba, en el año 1717 descubren una estatua sin cabeza. Al lanzar la red de nuevo al mar, sacan la cabeza y se dan cuenta que es la de una Virgen Negra, de terracota. Mide aproximadamente 40 centímetros de altura.
La leyenda dice que una vez que sacaron el cuerpo y la cabeza, la silueta endeble de la Virgen "aparecida" se volvió extremamente pesada y ya no pudieron llevársela para ningún lado.
Lo que caracteriza su estilo es la forma sonriente de los labios, el mentón encajado y de hoyuelo; flores en sus cabellos, un broche con tres perlas en la cabeza y el porte hacia atrás.
Los detalles de la Virgen hicieron concluir a los peritos que fue una estatua hecha por el monje benedictino Fray Agostinho de Jesús, alrededor del siglo XVII. Es actualmente patrona de las mujeres embarazadas y de los recién nacidos en las riberas de ríos y mares.
Nuestra Señora de Aparecida es, entre otros, el sitio de peregrinación de los trabajadores que tiene lugar cada año el 7 de septiembre, día de la Fiesta Nacional.
"Querida Madre Nuestra Señora Aparecida, tú que nos amas y nos guías todos los días. Tú que eres la mas bella de las Madres a quien amo con todo mi corazón. Te pido una vez más que me ayudes a alcanzar una gracia. Se que me ayudarás y se que siempre me acompañarás hasta la hora de mi muerte."