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Los salesianos de Rumia, mártires de la “despolonización” nazi

Nazi deportation – es

© Public Domain

Gerardo Rodríguez - publicado el 27/03/14

El padre Ignacy Błażewski, un salesiano en el bosque de Piaśnica

La “despolonización” de Pomerania tenía que realizarse principalmente por este camino: la "eliminación física” de todos aquellos elementos que en el pasado se constituyeron en guías de la cultura polaca o que en el futuro podrían convertirse en organizadores de la resistencia polaca; por lo tanto tenía que ser una acción directa. En Pomerania esta acción directa adquirió proporciones dramáticas.

¿Quiénes fueron los asesinos? El Reichstatthalter (gobernador) y Gaulaiter (jefe del partido nazi local) del distrito Danzig – Prusia Occidental, Albert Forster y sus oficiales subordinados del partido y del distrito administrativo de la región marítima, y sobre todo el gobernador Heinz Lorenz y el alcalde de Puck Fritz Freimann; directamente, los soldados de las SS y de la policía que exterminaron a los polacos, dirigidos entre otros, por el general de las SS Ebrecht de Danzig.

Los horrores de los crímenes alemanes realizados en el bosque de Piaśnica fueron retratados por los relatos de los testigos. Uno de ellos era una residente de Orla, cerca de Wejherowo, Elizabet Ellwart. A este testimonio ya nos hemos referido en el artículo precedente.

Al cercano andén del ferrocarril llegaban también los transportes desde el Reich. En vagones especiales fueron traídos los opositores de Hitler o los extranjeros detenidos, en su mayoría polacos y checos.

Después de la guerra, los trabajadores del sector ferroviario presentaron informes sobre escenas dantescas en la separación de las familias durante la carga de las víctimas en los camiones.

Otro grupo destinado al exterminio eran los pacientes de los hospitales psiquiátricos.

En octubre y noviembre fueron ejecutados en Piaśnica 37 sacerdotes de la diócesis de Chelmno, 3 de Gdansk, el padre franciscano Enrique Jamrog de Gdynia, director de la publicación "Caballero de la Inmaculada" y el salesiano Ignacio Błażewski de Rumia. Este artículo hace referencia a los salesianos de Rumia. 

Hoy en día la ciudad de Rumia incluye cinco antiguos asentamientos rurales: Rumia, Zagórze, Janowo, Biała Rzeka y Szmelta.

Con el permiso del obispo Stanislaw Okoniewski de Chelmno, llegó a Rumia en 1937 el primer salesiano, el padre Jan Kasprzyk, que de inmediato fundó un centro para la juventud y la niñez.

Era un proyecto ambicioso como él mismo argumentó ante la petición de la exención de impuestos: el propósito de este "centro científico-educativo” es “altamente patriótico y humanitario-social" para los jóvenes pobres del lugar.
En menos de un año se construyó una capilla y, adyacente a ella, la casa de los sacerdotes. El 8 de diciembre de1938, después de la consagración de la capilla a la Santísima Virgen María, Auxilio de los cristianos, se celebró la primera misa.

El padre Jan Kasprzyk comenzó su trabajo con la apertura del oratorio para niños y adolescentes y la creación del coro mixto de jóvenes llamado “Auxilium”. También formó un grupo de teatro. Recibió la ayuda del Padre Ignacio Błażewski, quien creó y dirigió el movimiento scout y el grupo de monaguillos.

Pronto surgieron las competiciones deportivas, los ejercicios gimnásticos, los paseos en bicicleta, los campamentos y las excursiones. Los salesianos se habían involucrado mucho en la vida cultural y social local.

La invasión nazi destruyó todas las actividades de esta institución prometedora. El padre Błażewski fue detenido el 11 de septiembre de 1939 y en octubre murió fusilado en Piaśnica.

El padre Kasprzyk permaneció escondido durante mucho tiempo en Torun y los alrededores, pero finalmente fue arrestado y deportado a Dachau.

Sobrevivió al cautiverio. Años más tarde relató sus recuerdos de la guerra y de la ocupación:


Mi vida errante y mis sufrimientos comenzaron el 1 de septiembre de 1939 en Rumia, cerca de Gdynia, a donde fui enviado con el objetivo de construir un nuevo establecimiento científico-educativo, con orientación hacia la mecánica y la cerrajería.

Me despertó el grito: "Padre Director ¡la guerra!", en verdad no podía creer lo que estaba oyendo. De pronto una increíble explosión lo confirmó. Los bombarderos alemanes volaban despreocupadamente, sembrando bombas desde Oksywa hasta el aeropuerto civil de Rumia. Llevábamos contadas 75 explosiones con el resultado de una gran cantidad de edificios en ruinas, sobre los cuales flotaban largas nubes de humo negro.

Ya a una semana después del estallido de la guerra, mientras el frente de batalla se aproximaba, el que podía, buscaba refugio, ya sea en las cercanas dunas boscosas o simplemente en la gran ciudad de Gdynia.

Nadie suponía que dentro del ejército alemán también se movían los policías de negro, con el fin de llevarse a los hombres y jóvenes mayores para ser conducidos todos ellos hacia una dirección desconocida.

Decidí consultar al anciano párroco de Rumia, Wladyslaw Lamparski sobre el uso del idioma, dentro de qué límites tenemos que desempeñar los deberes sacerdotales después de que pase el frente de combate. He aquí su respuesta:

– Nada nos está permitido. No podemos predicar en polaco. No podemos rezar en voz alta nuestras oraciones. No podemos cantar en polaco. A pesar de estas severas prohibiciones en los lugares donde desempeño mi trabajo pastoral, hasta el 24 de octubre las capillas se encontraban llenas de gente”.

Precisamente ese día era fusilado el padre Ignacio Błażewski. Tenía 33 años, 17 de profesión religiosa y 7 de sacerdote.

La “despolonización” se estaba llevando a cabo con eficacia teutónica y las mentes más preclaras eran devoradas por la vorágine asesina sustentada por una ideología criminal.

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