Jóvenes cristianas secuestradas, violadas y que se casan a la fuerza con su verdugo. Cada vez hay más casosSe trata de un fenómeno poco conocido en Occidente, pero muy común en Egipto, sobre todo tras la caída de Mubarak. Es el secuestro, la violación y la conversión forzosa de mujeres y muchachas cristianas al Islam. «Antes de 2011, esto solo afectaba a seis o siete muchachas en todo Egipto; pero desde entonces su número ha crecido hasta contarse por miles», dice Said Fayez, un abogado copto que lucha por los Derechos Humanos en El Cairo, en una conversación mantenida con Ayuda a la Iglesia que sufre.
Ebram Louis, fundador de la Asociación para las víctimas de secuestros y desapariciones forzadas (AVAED) confirma estos datos: “Antes de la revolución desapareció cuatro o cinco chicas al mes, la media está hoy quince. En 2011 se cree que han sido secuestradas por lo menos 550 mujeres cristianas”. Los datos son difíciles de cuantificar puesto que ni las familias suelen contar lo ocurrido: “En Egipto una mujer violada es aún motivo de vergüenza”, explica Ebram.
Las muchachas muy jóvenes son las que más se encuentran en el punto de mira de los musulmanes radicales; por ejemplo Nadia Makram, quien en 2011, a los 14 años, fue secuestrada durante un servicio religioso. Desde entonces, su familia no tiene contacto alguno con ella; sin embargo, la familia sabe quién lo hizo. No obstante, la policía no hizo nada: «incluso nos amenazaron para que no continuáramos buscándola; tengo que aceptar el secuestro de mi hija», dice la madre de Nadia, llena de dolor.
Los padres de Nadia conocen el nombre de su secuestrador-Ahmed Hammad, un musulmán de 48 años- y le han denunciado a la policía, pero el hombre no ha sido detenido porque la policía argumenta que la chica salió de casa voluntariamente.
Se trata de un “modus operandi” conocido y denunciado por la AVAED: “En el 40% de los casos, la joven es secuestrada y violada; entonces se la obliga a casarse con su verdugo, después de que ella se haya convertido al islam”.”En la preparación de la boda los verdugos borran el tatuaje en su muñeca de la cruz: símbolo de la fe cristiana que con orgullo portan muchos representantes de la minoría copta”, explican desde esta organización.
Ya son muchos los abogados, activistas y sacerdotes, que tras una larga lucha contra esta plaga consideran que detrás de los secuestros se encuentra una organización de ámbito nacional. “En Egipto hay muchas células islámicas dedicada exclusivamente a los secuestros de mujeres coptas”, explica Fayez.
Refugio para las mujeres afectadas
La Iglesia católica intenta ofrecer un refugio a las muchachas y mujeres afectadas. En Minya, la diócesis católico-copta dirige una casa para las muchachas secuestradas. Algunas muchachas se dirigen a ese centro, para evitar ser secuestradas. El padre Boulos Nasif, el director del centro, declara a AIS: "Aquí se acompaña a las muchachas; pueden hablar sobre lo que les ha ocurrido. Intentamos rehabilitarlas para que vuelvan a integrarse en la sociedad".
Muchas cristianas egipcias no sólo tienen problemas con el Islam radical, sino también dentro de su propia comunidad. Una visita al barrio-vertedero de Mukattam lo pone de manifiesto. La trabajadora social Susi Magdy, cristiana copto-ortodoxa trabaja con los misioneros combonianos católicos y vive en Mukattam. "Las personas que viven aquí proceden del ambiente rural del Alto Egipto y piensan de un modo muy tradicional. En esto, las diferencias entre musulmanes y cristianos no son muy grandes. Es muy importante no producir deshonor a la familia".
Por esto, en la gran mayoría de los casos se silencian los abusos sexuales: "Muchas muchachas son acosadas, o incluso violadas, por sus hermanos, primos o tíos. Pero hablar de ello, en la familia, es tabú. Nadie se dirige a la policía o al párroco. Nadie les creería; dirían que las mujeres lo han provocado".
El hecho de que las cristianas no usen velo lleva a que les hagan continuamente proposiciones deshonestas en la calle. "Muchos chicos y hombres piensan que las cristianas, por no llevar velo, somos presa fácil. Estamos acostumbradas a ello y nadie se lo toma en serio", dice Sheri, de 15 años: "Esto depende mucho del barrio en el que te mueves". Su amiga Helena, de 16, no obstante, cree que el problema va en aumento: "Me parece que el acoso sexual, en general, ha aumentado. Creo que está relacionado con Internet y la televisión: allí el sexo es un tema omnipresente y eso contagia".