Manual para conocernos mejor (10): a modo de epílogo, ut unum sint
Cuando empecé a viajar por tierras latinas de América, viniendo de la fría y formalista Europa, al asistir a la Misa en alguna Iglesia, procuraba quedarme en la parte trasera para no ser arrollado por lo que a mi me parecía una participación excesivamente folklórica en la liturgia. No tardé mucho en comprender el difícil papel de los párrocos que necesariamente debían adaptarse a la cultura y tradiciones de sus fieles. Ahora recuerdo en Manaus, al norte de Brasil, el hermoso desfile de niños y niñas, flores, bailes y canciones en una parroquia que solamente tenía techo en la parte del presbiterio y el resto eran cuerdas de las que colgaban papeles y luces multicolores.
Por eso te voy a recoger aquí lo que le ocurrió al escritor Stefan Zweig al visitar Bahía, no muy lejos de Manaus, para las dimensiones brasileñas, y que describe en su libro “Brasil, país del futuro”, cuando presenció las fiestas patronales del Señor do Bomfim, en una iglesia católica, insisto en lo de católica:
”A decir verdad, fue el primer enloquecimiento colectivo que vi, y que me pareció tanto más inverosímil cuanto que ocurrió en una iglesia, sin alcohol, sin música, sin estimulantes, en pleno día y bajo un cielo glorioso.
El misterio de Bahía consiste precisamente, en que en su sangre se ha conservado, desde los antepasados, el maridaje misterioso de lo religioso y lo deleitoso, y en que la expectación o la excitación monótona producen, precisamente, en los negros y mestizos aquella disposición para el éxtasis”
Esta maravillosa descripción que puedes leer completa en su libro, me fue muy útil para entender y explicarme a mí mismo la diferencia de cultura, de sentimientos, de emotividad y de arte entre lo europeo y lo latinoamericano y, más en concreto, lo caribeño, nieto y sobrino de una explosiva mezcla entre África y Europa. El culto africano necesita explayarse, emocionarse, hacerse colectivo, contagioso hasta llegar, si es posible, a la expectación o excitación de las que habla nuestro autor citado.
Se están ganando el cielo
Junto a todo esto que hemos hablado, tú y yo conocemos protestantes de distintas “denominaciones” que son personas excelentes, magníficas, que cuando salen de sus templos salen con deseos de ser mejores; esos que yo conozco, no se como Papá Dios lo hará, pero para mi, que se están ganando el cielo.
Bueno Felipe, llego al final, con la sensación de haber ido deprisa y dejar mucho pendiente pero, tampoco podemos pretender agotar el tema en una sesión. Tengo un amigo, Pedro, que vivía a más de 300Km de mi ciudad, por motivos profesionales nos encontrábamos con frecuencia; antes de venir a visitarme me llamaba por teléfono y me decía: “así aprovechamos y hablamos de religión”. A mi me gustaban esos encuentros porque somos buenos amigos, lo pasábamos bien, y aunque no era nada practicante de ninguna religión, es un excelente gastrónomo que me invitaba a una deliciosa cena. No te estoy proponiendo lo mismo; nos basta con un buen café o una buena cerveza para “hablar de religión”.
Felipe, como te dije al principio, lo díficil de esto es resumir en poco espacio, las distintas posiciones de las diferentes denominaciones protestantes; no hemos hablado de los ortodoxos ni de los anglicanos que son los más próximos a la Iglesia Católica. Es importante saber en qué nos diferenciamos para tener clara la propia identidad de cada uno pero, es todavía más importante saber lo que tenemos en común porque la sociedad actual necesita respuestas cristianas a los problemas y los cristianos debemos dar ejemplo de tolerancia y cooperación. Tenemos puntos importantes en los que coincidimos y podemos promover juntos: lo primero de todo hablar de Dios Padre y de su hijo Jesucristo y luego una serie de problemas y necesidades de la sociedad actual en los que coincidimos: defensa de la familia, del matrimonio, de la vida humana a partir de la concepción, de la libertad religiosa, de erradicar la desigualdad, la miseria, la incultura, etc. Como ves, son tan graves los problemas que hay que resolver que no podemos atascarnos con las diferencias doctrinales, por importantes que sean. Basta con saber que somos distintos pero caminamos juntos.
Católicos y protestantes: ¿podremos entendernos algún día?
© Fred DE NOYELLE / GODONG
Javier Ordovás - publicado el 10/03/14
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