El pasado 2013 Colombia ha celebrado con inmensa alegría el reconocimiento de la vida virtuosa de este religioso y de la Madre LauraEl pasado 2013 Colombia ha celebrado con inmensa alegría el reconocimiento de la vida virtuosa dos religiosos. En un primer momento la canonización de santa Laura Montoya y luego, con júbilo y en un unión a la Iglesia universal celebramos la beatificación de los 522 mártires de la guerra civil española presidida por el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato realizada en Tarragona, España.
Entre ese grupo inmenso de personas que dieron su vida por la fe que profesaban y no titubearon en ningún momento de renunciar a ella se encontraba un joven antioqueño, Jesús Aníbal Gómez Gómez.
Se trata pues, de otro colombiano llevado a los altares. A corta edad salió de su lugar natal para prepararse y ser ordenado sacerdote. Perteneció a los misioneros claretianos y fue con otros 13 compañeros seminaristas fusilado a las orillas del tren. Se convierte en el décimo beato colombiano.
Servir en la misión
Nació en Tarso, Antioquia (Colombia) el 13 de junio de 1914. Desde muy pequeño descubrió su vocación al servicio. Sus primeros años fueron enardecidos por el fuego de la fe que lo llevó a ingresar al seminario de los claretianos a los 11 años. Creció con la certeza de su vocación al sacerdocio. Desde niño quiso servir a Cristo, siendo misionero. A los 16 años, profesó como religioso en la congregación de los misioneros claretianos.
En 1935, con el deseo de continuar su formación teológica para ser ordenado prontamente sacerdote, viajó a Madrid, España. Cuenta el P. Orlando Hoyos, promotor de su causa, que estando en España, muchos le preguntaban si había venido desde muy lejos sólo para hacerse sacerdote y él respondía con alegría y satisfacción: ¡A mucho honor!.
En su vida podemos comprender aquellas palabras pronunciadas por el Santo Padre Francisco en el contexto de su beatificación: “No existe el amor por entregas, el amor por porciones. El amor es total: y cuando se ama, se ama hasta el extremo”.
Murió por la fe de Cristo
Jesús Aníbal Gómez Gómez, se preparaba junto a otros 13 compañeros misioneros para recibir el orden sacerdotal. Estando en Ciudad Real, fue como muchos otros religiosos perseguidos a causa de su fe.
Este joven colombiano, junto con sus 13 compañeros españoles por orden de su superior, salió de su casa, con intención de regresar a Madrid para continuar su formación y “salvar” su vida. Habían conseguido los respectivos salvoconductos pero, estando ya empezando el viaje, unos soldados los reconocieron y gritaron: ¡Son frailes, no los dejen subir! ¡Matadlos!
Estos jóvenes sabiendo de su futuro próximo, sin temor empezaron a gritar ¡Viva Cristo Rey!¡Viva España!¡Viva el Corazón de María!, siendo estas sus últimas palabras fueron fusilados y frente a la frialdad de sus asesinos quedaron sus cuerpos tirados mientras el tren continuaba su recorrido.
Estos 14 jóvenes junto con otros miles de mártires no titubearon en renunciar a su vida por la fe. Su amor profundo por Cristo y su Iglesia les permitió darlo todo y con firmeza profesar su ser católicos. Bien dijo el cardenal Amato: “Estos hermanos nuestros no eran combatientes, no tenían armas, no se encontraban en el frente, no apoyaban a ningún partido, no eran provocadores. Eran hombres y mujeres pacíficos. Fueron matados por odio a la fe, sólo porque eran católicos.”
Jesús Aníbal Gómez, murió a los 22 años de edad. No alcanzó ser ordenado sacerdote para glorificar a Cristo a través del ministerio; pero pudo glorificarlo a lo largo de vida y muerte heroica. Encarnó con certeza aquello que le decía a su Señor: “Glorifícate en mí por la vida o por la muerte”.
De fiesta en Tarso, Antioquia
Tarso está a minutos de Jericó, donde meses previos celebrábamos la canonización de la Madre Laura Montoya.
En octubre de 2013, Tarso se ha vestido de fiesta. En ese pequeño pueblo antioqueño se respira olor de santidad. Y es que después de 53 años de espera la Iglesia particular ha celebrado con gran júbilo la beatificación del joven seminarista claretiano Jesús Aníbal.
Actualmente, viene siendo un sitio de peregrinación para muchos colombianos. Son numerosos los que al acercarse tienen la oportunidad de conocer el hogar donde vivió y creció en su fe. Muchos peregrinos con mucha piedad cogen sus objetos personales para pedir favores y esperan su intercesión.
El suroeste antioqueño se ha convertido en un sitio de peregrinación espiritual, donde muchos colombianos y extranjeros visitan y conocen la historia del beato Jesús Aníbal Gómez y de la santa Laura Montoya.