La solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien comúnEl Departamento de Justicia y Solidaridad (DEJUSOL) del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y el Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas (SELACC) participaron en el Encuentro de Construcción de Paz y Derechos Humanos de la Zona Caribe, que se llevó a cabo en Santo Domingo, República Dominicana a principios de este mes de diciembre.
En el transcurso del Encuentro, los participantes manifestaron su pesar por la violación de los derechos humanos en la zona del Caribe, y demandaron que los estados garanticen los derechos humanos de todos los ciudadanos. Se trata de mirar una profunda realidad lastrada por la pobreza, la marginación, la migración y los conflictos fronterizos, como el que recientemente ha enfrentado a la porpia República Dominicana con Haití.
El Encuentro contó con la participación de obispos de República Dominicana, Cuba, Haití, sacerdotes de varios países del Caribe y organizaciones de la Iglesia Católica como Caritas, Centro Dominicano de Asesoría e Investigaciones Legales (CEDAIL), Catholic Relief Services (CRS), la Pastoral Social y Pastoral Haitiana, quienes analizaron la situación que se vive y afecta a todo el Caribe en materia de Derechos Humanos.
Los participantes suscribieron la Declaración de Santo Domingo sobre los Derechos Humanos en la Región Caribe en la que asumieron la tarea pastoral de “velar por el respeto a los derechos humanos favoreciendo creativamente los espacios de diálogo con las instituciones estatales y las organizaciones de la sociedad civil, para contribuir al bien común y el goce efectivo de los derechos, integrando desde la mística evangelizadora de la iglesia la defensa y promoción de los derechos humanos en todo su accionar social”.
Para fijar la posición y la acción de la Iglesia Católica en esta importantísima región, emitieron la Declaración de Santo Domingo, que Aleteia reproduce a continuación:
1. En una cultura realmente solidaria, el mundo de la economía, de la política y del derecho debe de ser capaz de poner a la persona humana como su centro y motor. La política, la economía y el derecho deben estar atravesadas por la solidaridad y la justicia (Juan Pablo II, Encíclica Centesimus Annus).
2. "…los proyectos para un desarrollo humano integral no pueden ignorar a las generaciones sucesivas, sino que han de caracterizarse por la solidaridad y la justicia intergeneracional, teniendo en cuenta múltiples aspectos como el ecológico, el jurídico, el económico, el político y el cultural" (Benedicto XVI, Cáritas in Veritate).
3. La solidaridad no es pues un sentimiento superficial, por los males de tantas personas cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, por el bien de todos para que todos seamos verdaderamente responsables de todos (Encíclica Sollicitudo Rei Socialis No.39).
4. Asumimos en nuestra tarea pastoral los derechos humanos favoreciendo creativamente espacios de diálogo con las instituciones estatales y las organizaciones de la sociedad civil, para contribuir al bien común y el goce efectivo de estos derechos, integrando desde la mística evangelizadora de la iglesia, la defensa y promoción de los derechos humanos en todo nuestro accionar social.