En ellos se diviniza al planeta Tierra y a su naturaleza…
1. ¿Qué son los cultos de exaltación de la Madre Tierra?
Son ritos realizados por los integrantes de las religiosidades telúrico-mistéricas y que tienen su origen en el neolítico.
En varias cuevas europeas se han encontrado estatuillas de cerámica que representan, por ejemplo como en el caso de la “Diosa de Gavà”, la imagen de una mujer con una espiga sobre su vientre.
La mujer (que es preñada y da a luz), asociada con la tierra (que da los vegetales) es fecundada al igual que la tierra (elemento femenino) lo es por los rayos del sol (elemento masculino).
2. ¿Cómo se clasifican?
Al referirse al culto a la Madre Tierra, deben considerarse dos cosas:
En primer lugar, perduran aún ritos ancestrales aborígenes que se practican en algunas zonas de América, Asia y África.
Y en segundo lugar, los ritos relacionados con la Nueva Era.
Para dar un panorama más claro, serán clasificados de la siguiente forma:
- Ritos a la Madre Tierra tradicionales antiguos: son ancestrales y practicados por quienes creen en la Madre Tierra entre otras deidades. Son animistas y politeístas.
- Ritos a la Madre Tierra sincréticos individuales: son ceremonias practicadas generalmente por tradicionalistas. Son sincréticos.
- Ritos a la Madre Tierra nuevaeristas: son ceremonias practicadas por personas que las adquieren no precisamente por herencia cultural de sus ancestros. Pueden ser animistas-panteístas, politeístas y sincréticos y se diferencian del resto por poseer componentes ideológicos modernos como la ecología, el feminismo, el vegetarianismo, la meditación, etc.
3. ¿Quiénes lo practicaron o practican y qué se hace en ellos?
No todos dan a la Madre Tierra un mismo nombre o una misma interpretación y forma. Los más practicados cultos politeístas asiáticos y europeos antropomorfizaban (algunos también teriomorfizaban) a la tierra y la llamaban por los siguientes nombres:
Sumerios: Tiamat.
Caldeos: Ishtar o Ninsuna.
Cananeos: Asera.
Asirios: Astarté.
Frigios: Cibeles.
Griegos: Gea o Gaya.
Minoicos: Rea.
Romanos: Magna Mater.
Casi todas las antiguas civilizaciones adoraron a algún tipo de diosa relacionada con la tierra. Además de los ya nombrados, lo hicieron los hindúes, los pueblos siberianos, los celtas, los pueblos nórdicos y los vascos.
Poco a poco la cristianización de las poblaciones fue dejando este culto en el olvido.
En la América precolombina, los distintos pueblos también adoraban a la Madre Tierra y luego de la llegada del hombre europeo y de la evangelización, a diferencia del viejo continente, en la nueva tierra nunca fue abandonado en su totalidad, más bien, algunos católicos lo mantuvieron como una tradición ancestral que en algunos casos individuales forma un verdadero sincretismo.
En buena parte de Sudamérica (Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Chile y Colombia) existe el culto y la celebración de la Pachamama (del aimara y quechua “pacha”: tierra y “mama”: madre) que se realiza el 1º y en varios días más del mes de agosto y es practicado por personas mayormente cristianas de manera paralela a su creencia base.
En el ritual se le ofrenda a la pachamama alimentos, bebidas, tabaco, hojas de coca, etc.
En la actualidad varias personas que no tienen una tradición ancestral cercana con quienes rendían culto a la Madre Tierra, participan en celebraciones y cultos reactualizados por la Nueva Era.
Desde esta nueva visión, suelen llamar Gaia a la Madre Tierra y la conciben como el cuerpo de un ser vivo, el más grande del sistema solar, que influye en nuestras vidas porque estaríamos mentalmente interconectados con sus centros de energía.
“Con este sentido y con el numinoso, divino de la ‘tierra’, en NE Gaia es relacionada con la diosa Madre Tierra (…)” (1).
En Europa, como ya se ha dicho, existen grupos que desde hace algunas décadas atrás, reactivaron parte de esos ritos y los fusionaron con una fuerte carga nuevaerista neopagana.
Mucho más lejanos que los americanos esos cultos desaparecieron alrededor del siglo III d.C. Se practican preferentemente en bosques y se utilizan calderos, velas, cánticos, orientaciones astrológicas y se ofrendan distintos vegetales.
Otra diferencia con los americanos es que en los europeos no se ofrenda carne de animales, por la tendencia al vegetarianismo impuesta por la Nueva Era.
(1) Manuel Guerra – Diccionario Enciclopédico de las Sectas.
4. ¿Qué dice la Iglesia católica al respecto?
Al enjuiciar la religiosidad popular, no podemos partir de una interpretación cultural occidentalizada, propia de las clases media y alta urbanas, sino del significado que esa religiosidad tiene en el contexto de la sub-cultura de los grupos rurales y urbanos marginados.
Sus expresiones pueden estar deformadas y mezcladas en cierta medida con un patrimonio religioso ancestral donde la tradición ejerce un poder casi tiránico; tienen el peligro de ser fácilmente influidas por prácticas mágicas y supersticiones que revelan un carácter más bien utilitario y un cierto temor a lo divino, que necesitan de la intercesión de seres más próximos al hombre y de expresiones más plásticas y concretas.
Esas manifestaciones religiosas pueden ser, sin embargo, balbuceos de una auténtica religiosidad, expresada con los elementos culturales de que se dispone.
En el fenómeno religioso existen motivaciones distintas que, por ser humanas, son mixtas, y pueden responder a deseos de seguridad, contingencia, importancia y simultáneamente a necesidad de adoración, gratitud hacia el Ser Supremo.
Motivaciones que se plasman y expresan en símbolos diversos. La fe llega al hombre envuelta siempre en un lenguaje cultural y por eso en la religiosidad natural pueden encontrarse gérmenes de un llamado de Dios.
En su camino hacia Dios, el hombre contemporáneo se encuentra en diversas situaciones. Esto reclama de la Iglesia, por una parte, una adaptación de su mensaje y, por lo tanto, diversos modos de expresión en la presentación del mismo.
Por otra, exige a cada hombre, en la medida de lo posible, una aceptación más personal y comunitaria del mensaje de la revelación.
Documento de Medellín (1968)
II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
Evangelización y crecimiento de la fe
6. Pastoral Popular
I. Situación
Por religión del pueblo, religiosidad popular o piedad popular, entendemos el conjunto de hondas creencias selladas por Dios, de las actitudes básicas que de esas convicciones derivan y las expresiones que las manifiestan.
Se trata de la forma o de la existencia cultural que la religión adopta en un pueblo determinado. La religión del pueblo latinoamericano, en su forma cultural más característica, es expresión de la fe católica. Es un catolicismo popular.
Los aspectos negativos son de diverso origen. De tipo ancestral: superstición, magia, fatalismo, idolatría del poder, fetichismo y ritualismo.
Por deformación de la catequesis: arcaísmo estático, falta de información e ignorancia, reinterpretación sincretista, reduccionismo de la fe a un mero contrato en la relación con Dios.
Amenazas: secularismo difundido por los medios de comunicación social; consumismo; sectas; religiones orientales y agnósticas; manipulaciones ideológicas, económicas, sociales y políticas; mesianismos políticos secularizados; desarraigo y proletarización urbana a consecuencia del cambio cultural. Podemos afirmar que muchos de estos fenómenos son verdaderos obstáculos para la Evangelización.
Documento de Puebla (1979)
III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
3. Evangelización y religiosidad popular
3.1. Noción y afirmaciones fundamentales
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El papa Francisco pide perdón por el robo de estatuas de la Pachamama
Fuentes:
Jesucristo portador del agua de la vida: una reflexión cristiana sobre la New Age o Nueva Era.
Documento de Medellín.
Documento de Puebla.
Manuel Guerra – Diccionario Enciclopédico de las Sectas.
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