Uruguay aprueba el consumo, producción y venta de cannabisLa Cámara de Diputados en Uruguay aprobó una ley para regular el consumo, la producción y la venta de marihuana, por la que el Estado monopolizará el negocio del cannabis, el autocultivo estará permitido y los usuarios podrán comprar el producto para uso propio en las farmacias. Los 50 votos a favor de los 97 legisladores presentes dieron el visto bueno al proyecto que ahora pasará al Senado para su ratificación.
La iniciativa habilita el cultivo de hasta seis plantas de cannabis por persona para uso propio y prevé campañas de difusión sobre los efectos nocivos de la droga.
La medida se vota justo una semana después de que el Papa Francisco afirmara en su visita al Hospital San Francisco de Asís de Río de Janeiro que “no es la liberalización del consumo de drogas lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la drogadicción” y defender una profunda educación, que permita educar a los jóvenes en “los valores que construyen la vida común”
Marihuana, ¿liberalizar o educar?
De la misma manera se expresaba el obispo de Salto, monseñor Pablo Galimberti, que muestra que el actual proyecto “significa un cambio muy importante respecto a cómo combatir las drogas” y añade que “las políticas represivas y punitivas enmarcadas en estrategias prohibicionistas se están revisando”.
“El nuevo enfoque apunta a que el foco de la represión debe ser el crimen organizado violento y no los consumidores, los vendedores al por menor o lo campesinos que cultivan sustancias prohibidas”, afirma el obispo de Salto, que se pregunta, “¿Será tan fácil?”
Monseñor Galimberti se encuentra de acuerdo con la posición del presidente Mújica: “las políticas represivas no son la solución del control eficaz del tráfico” y se cuestiona, “¿Qué hacer entonces?”.
“El problema principal del adicto no es la droga. El consumo de droga no es un simple “viaje pacífico”; es una estrategia que disimula el vacío de la falta de sentido positivo de la vida”, añade el obispo de Salto que defiende la educación como forma de luchar contra la drogadicción.
“Cultivar el espíritu crítico y la capacidad de elegir valores que impliquen virtudes personales y sociales: sentido de justicia (dar a cada uno lo que le corresponde), preferir la veracidad al engaño, disposición a reconocer la dignidad imborrable de todos, asumir la vigencia inseparable de derechos y deberes, etc”. “No son recetas”, concluye, consciente de la dificultad de este tipo de educación “cada uno lleva en su mochila golpes, miedos, ángeles y demonios”.