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Turquía: la protesta es pacífica, y no son laicos contra islámicos

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Aleteia Team - publicado el 07/06/13
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Claves para comprender las últimas manifestaciones en Estambul

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“Acabo de volver de dar una vuelta por la plaza Taksim. Estaba llena. En los aledaños he visto muchas personas pacíficas en pequeños grupos: de habla y se canta. A pesar de los arrestos, los heridos y los muertos de estos días”.
 
El padre Claudio Monge, teólogo italiano y superior de la comunidad dominica de Estambul, no es un comentador televisivo que habla desde la butaca.
 
El movimiento que está dando un revolcón a la seguridad del gobierno turco, lo ve y lo observa desde mucho antes que llegasen los primeros ecos al resto del mundo de lo sucedido en la plaza Taksim y de lo que ha seguido después.
 
Los hechos: los bulldozers del gobierno estaban a punto de derribar 600 árboles del pulmón verde en el centro de la capital turca, el parque Geki, para construir un nuevo enésimo centro comercial; un grupo de unos cien manifestantes ocuparon la plaza pacíficamente, la policía intervino con violencia, con mangueras y gases lacrimógenos, abatiendo y quemando las tiendas de campaña. Pero ha conseguido sólo encender la mecha de una reacción en cadena que ha implicado a todo el país en pocos días.
 
– Padre Monge, imagino que está siguiendo no sólo la lectura de los hechos que se hace en Turquía, sino también los comentarios desde el exterior.
 
Aquí en Turquía los medios estatales siguen poniendo un velo sobre lo que está sucediendo. Ahora están concentrados en el viaje del presidente Erdogan a Marruecos, Túnez y Argelia. En cambio, también he participado en una emisión en directo en una radio italiana y me he encontrado dentro de un barullo lleno de simplificaciones, sobre todo sobre la relación entre Turquía y Unión Europea, y de lo que es la democracia.
 
– ¿Cuál es la clave para poder hacer una lectura de lo que se está moviendo?
 
La complejidad, no hay que simplificar. Por ejemplo, no hablaría de ‘primavera’ en el caso de Turquía. Los elementos comunes con los países árabes son pocos. Turquía, bien o mal, viene de 90 años de democracia y hay una cultura política difundida, y el presidente al que se critica ha sido elegido con elecciones democráticas. He leído que algunos hablan de un nuevo ‘68: pero yo veo algo más que un simple eslogan tipo “prohibido prohibir”.
 
– Cuando va a las calles y cruza la plaza Taksim, ¿a quién ha visto manifestarse?
 
Hay un movimiento transversal: no está hecho sólo de adolescentes y de jóvenes. He visto gente de mi edad, entre 50 y 55 años que marchaban con los jóvenes. Veo clases sociales muy distintas, Y luego es necesario comprender también que aquí la gente en la plaza lleva la bandera turca, no banderas anarquistas: hay un fuerte sentido de nación. A mi me parece una de las expresiones de democracia más maduras en todo el Mediterráneo.
 
Hay que tener en cuenta que durante los primeros enfrentamientos, las tiendas y las oficinas alrededor de la plaza Taksim, donde los daños que he visto son pocos en realidad, no han cerrado los escaparates sino que han llevado dentro a los heridos, o ayudado a los manifestantes lastimados o aturdidos por los gases lacrimógenos.
 
– Otra interpretación quiere que el movimiento sea la reacción laica a un constante proceso de islamización y moralización de las costumbres por parte del gobierno.
 
Conozco musulmanes practicantes que desde hace días están en Gezi Park. Hay musulmanes que no se reconocen en esta presunta ‘islamización’ de Erdogan. También aquí, la complejidad es la palabra clave. Creo que pocos en Occidente sepan que el 1 de mayo, precisamente en la plaza Taksim, que después de años ha sido vuelta a abrir para las manifestaciones, ha aparecido en escena un movimiento que se llama ‘Islámicos contra el capitalismo’ en el que musulmanes creyentes y practicantes se han apropiado de los eslóganes más clásicos de la izquierda cheguevarista. Había carteles como “Allah, pan y justicia”. Es la afirmación de un cierto Corán social que se opone a una especie de “calvinismo islámico”, el de Erdogan, por el que ‘si ganas dinero es porque Dios te bendice’. En nombre del propio Islam dicen cosas opuestas. La pseudo-islamización desde abajo del Akp es discriminatoria entre los propios musulmanes, pues reconoce sólo la parte sunnita. Excluye totalmente por ejemplo el componente alevita, una parte histórica de Islam turco, sui generis para los ortodoxos, pero importante en números: casi 12 millones, casi la cuarta parte de la población turca. Es reciente el último gesto simbólico del gobierno: el 29 de mayo, aniversario de la conquista de Constantinopla, el gobierno puso la primera piedra del enésimo proyecto faraónico, el tercer puente sobre el Bósforo, dedicado a Selim I, uno de los grandes sultanes del siglo XVI que la historia conoce como el gran exterminador de los aleviti.
 
-¿Qué ha provocado la represión de la pequeña manifestación del parque Gezi?
 
Dos visiones de la sociedad turca que se enfrentan. Una imagen muy fuerte: el Gezi Park, 200 m2, ¡no es Central Park! Pero es un lugar donde la gente se encuentra desde siempre para leer y discutir: es el parque del encuentro. Y en cambio quieren construir allí un centro comercial. Están desnaturalizando Estambul. Porque es verdad que es una metrópoli de 17 millones de habitantes, pero está compuesta por barrios que son pequeños pueblos, donde la gente se habla, toma el te por la calle: la relación es fundamental para este pueblo.
 
– ¿Parece por tanto que se trata de una reacción sobre todo contra el autoritarismo y la concentración de la riqueza en manos de una oligarquía económica?  
 
Yo diría que sí. Pero hay que tener en cuenta que el Erdogan de hoy no es el mismo que el de 2001, y que quizás hoy no llegaría al 49% en las elecciones. En los primeros 6/7 años el Presidente hizo reformas para obtener la integración en la Unión Europea, no sólo relanzó la economía. Ahora, desde que la Unión Europea le cerró la puerta en las narices, estamos yendo hacia atrás a pasos de gigante. Erdogan ha intentado un cambio espectacular, un flirteo con el mundo árabe, antinatural para la historia turco-otomana, que ha corrido el riesgo de poner en discusión la alianza contra Israel; después, cuando empezaba a cosechar los frutos, con contratos importantes con Egipto, Libia y Siria, allí ha pasado lo que ha pasado y ahora se encuentra en graves dificultades. 
 
– ¿Y los cristianos, en toda esta situación?
 
Como cristianos seguimos siendo social y políticamente irrelevantes y nos quedamos viendo desde la ventana qué va a salir de esta situación. Somos en total 200.000 sobre 78 millones de habitantes y estamos divididos entre nosotros. Sólo entre los católicos hay 4 ritos distintos. Aunque somos una realidad, a pesar de ello, en evolución, debido sobre todo a la inmigración, que está cambiando la piel del cristianismo turco. Llegan muchos africanos subsaharianos, la novedad de los últimos 10 años, hay una migración ya desde hace dos décadas de filipinos, y después gente del Este de Europa. Antes de los hechos de los últimos días se estaba discutiendo una reforma constitucional, que sería la primera obtenida democráticamente en Turquía. ¡Nuestro futuro para por ella!

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