Saludo tras la misa en el 50º aniversario del “Papa Bueno”
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La obediencia y la paz fueron el camino a través del cual el beato Juan XXIII llegó a ser padre y por tanto pastor, destacó el Papa Francisco este martes 3 de junio en su saludo a los asistentes a la misa celebrada en la Basílica vaticana con ocasión del 50º aniversario de la muerte del llamado “Papa Bueno”.
“El mundo entero había reconocido en el Papa Juan un pastor, un padre. Pastor porque era padre – destacó recordando la gran cantidad de personas de toda edad y condición que llegaron a la Plaza de San Pedro cuando moría, hace cincuenta años-. ¿Qué lo había convertido en eso? ¿Cómo había podido llegar al corazón de personas tan diversas, incluso de tantos no cristianos? Para responder a esta pregunta, podemos recordar su lema episcopal, Oboedientia et pax: obediencia y paz”.
Francisco destacó que “Angelo Roncalli era un hombre capaz de transmitir paz; una paz natural, serena, cordial; una paz que con su elección al Pontificado se manifestó al mundo entero y recibió el nombre de la bondad”, y dijo: “Es tan bello encontrar un sacerdote, un cura bueno, con bondad!”.
“Se demostró un eficaz constructor de relaciones y un válido promotor de unidad, dentro y fuera de la comunidad eclesial, abierto al diálogo con los cristianos de otras Iglesias, con exponentes del mundo judío y musulmán y con tantos otros hombres de buena voluntad”, prosiguió.
“En realidad, el Papa Juan transmitía paz porque tenía un ánimo profundamente pacificado, él se había dejado pacificar por el Espíritu Santo –aseguró-. Y este ánimo pacificado fue fruto de un largo y comprometido trabajo sobre sí mismo, trabajo del que ha quedado abundante rastro en el Diario del alma”.
En este sentido, explicó: “Lo vemos, día a día, atento a reconocer y mortificar los deseos que provienen del propio egoísmo, a discernir las inspiraciones del Señor, dejándose guiar por sabios directores espirituales e inspirar por maestros como san Francisco de Sales y san Carlos Borromeo”.
Y, añadió, “si la paz ha sido la característica exterior, la obediencia constituyó para Roncalli la disposición interior: la obediencia, en realidad, fue el instrumento para alcanzar la paz”.
Para Francisco, “a través de aquel recorrido de vida aparentemente guiado por otros, no conducido por los propios gustos o sobre la base de una sensibilidad espiritual propia, Dios iba diseñando su propio proyecto: Era un hombre de gobierno, era un conductor, pero un conductor conducido, por el Espíritu Santo, por la obediencia”.
Según el Papa, la verdadera fuente de la bondad del Papa Juan, de la paz que ha difundido en el mundo, la raíz de su santidad, se encuentra en su obediencia evangélica.
Y dirigiéndose a todos los que le escuchan, afirmó: “Si sabemos dejarnos conducir por el Espíritu Santo, si sabemos mortificar nuestro egoísmo para hacer espacio al amor del Señor y a su voluntad, entonces encontraremos la paz, entonces sabremos ser constructores de paz y difundiremos paz a nuestro alrededor”.