El cardenal Meisner no ha cambiado la doctrina de la Iglesia sobre el abortoDe nuevo una malinterpretación de las afirmaciones del cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia (Alemania), quien afirmó que la “píldora del día después” es “justificable” si no tiene efecto de provocar un aborto sino para impedir la fecundación después de una violación, han llevado a medios de comunicación de todo el mundo a dar por sentado que se producía una fisura en el magisterio de la Iglesia en cuanto al uso de los anticonceptivos.
Sin embargo, las declaraciones del cardenal, en realidad no comprometen en absoluto la postura de la Iglesia católica sobre el aborto, que debe rechazarse siempre.
El cardenal pidió perdón a una joven de 25 años que, el pasado 15 de diciembre, se presentó en dos hospitales católicos después de sufrir una violación. Ninguno de los dos hospitales aceptó suministrarle la “píldora del día después" (CF. http://www.erzbistum-koeln.de/modules/news/news_1096.html).
La definición “píldora del día después”, recordó el cardenal, comprende diversos preparados con diferentes principios activos, cuyos efectos directos y colaterales se van aclarando cada vez más en la discusión científica, dando así la posibilidad de sacar consecuencias éticas (CF. http://erzbistum-koeln.de/modules/news/news_1318.html).
“Si tras una violación se emplea un medicamento cuyo principio activo supone impedir la concepción, con el fin de impedir la fecundación, se trata en mi opinión de un acto justificable”, afirmó (http://nipotidimaritain.blogspot.it/search/label/Cardinal%20Joachim%20Meisner#.UQ9tvugZZOk, Nipoti di Maritain, 3 febrero). Si un medicamento “cuyo principio activo supone impedir el anidamiento, se utiliza con la intención de impedir la anidación del óvulo ya fecundado, esto sigue siendo no justificable, porque de este modo al óvulo fecundado, al que se le debe la protección debida a la dignidad del ser humano, se le quita activamente su fundamento vital”.
El hecho de que de forma natural óvulos fecundados se desprendan sin intervención humana, explicó el cardenal, “no justifica la imitación de forma activa por parte del hombre de este proceso natural. Porque el fin de una vida humana por vía natural se llama evento natural. Mientras que su imitación intencionada se llama asesinato”.
El presidente de la Federación Internacional de las Asociaciones de los Médicos Católicos (FIAMC), doctor José María Simón Castellví, expresó una postura análoga a la del cardenal, indicando que suministrar la “píldora del día después” “no es aceptable desde la sana antropología ni desde la moral de la Iglesia”.
En declaraciones a Aleteia, el médico explicó que el fármaco “evita la implantación de un pequeño embrión humano (una persona microscópica) en el 70& de los casos en que actúa”. Respecto al caso de la violación, el experto subrayó que “los casos de embarazo son escasísimos, especialmente por el estrés que produce en la mujer un acto tan bestial”. Si se sabe exactamente el momento del ciclo en que está la mujer “se podría inhibir la ovulación hormonalmente si ésta no se hubiera producido. Pero no se puede impedir la implantación”.
El debate sobre la píldora del día después, según recoge un importante informe de la FIAMC sobre la Humanae Vitae (la versión española puede leerse aquí: http://www.investigadoresyprofesionales.org/drupal/content/40-a%C3%B1os-de-enc%C3%ADclica-humanae-vitae-desde-la-perspectiva-de-la-%C3%A9tica-m%C3%A9dica) radica en el momento en que se produce la existencia de una persona: el de la fecundación o el de la anidación del embrión en el útero de la madre. Los problemas que plantea la píldora es su mayor efectividad no para prevenir la fecundación (cuyo uso sería perfectamente lícito en el caso de una violación), sino para prevenir la anidación del embrión, lo que constituye la muerte del nuevo ser.
Para una mayor información sobre este punto, ver nuestra pregunta en Aleteia: http://www.aleteia.org/es/article/cuando-empieza-una-vida-humana-segun-la-ciencia
En todo caso, el cardenal Meisner afirmó que los médicos en los institutos católicos “son invitados a salir al encuentro sin reservas de las necesidades de esas mujeres que han sufrido violencia, y a adecuarse, en su comportamiento médico, a los principios arriba indicados, teniendo en cuenta el nuevo estado de la ciencia médica. Aparte de esto no hay nada que objetar en que éstos en este caso informen también sobre los métodos que, según la concepción católica, no son aceptables, y sobre la forma de acceder a ellos, si ellos en este caso, sin ejercer presión alguna, explican de manera adecuada y argumentada también la posición católica. En todo caso, en los institutos católicos la ayuda a las mujeres que han sufrido violación debe ir naturalmente mucho más allá de la discusión sobre estas cuestiones”.