El Papa destacó este viernes 25 de enero, al presidir la solemne celebración ecuménica de las segundas vísperas de la Conversión de San Pablo en la Basílica de San Pablo Extramuros con la que culmina la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que “la comunión en la misma fe es la base para el ecumenismo”.
“La unidad es donada por Dios como inseparable de la fe”, explicó. Indicó que “la profesión de la fe bautismal en Dios, Padre y Creador, que se ha revelado en su Hijo Jesucristo, derramando el Espíritu que vivifica y santifica, ya une a los cristianos” y añadió que “sin la fe – que es ante todo un don de Dios, pero también respuesta del hombre – todo el movimiento ecuménico quedaría reducido a una forma de "contrato", al que se adhieren por un interés común”.
Benedicto XVI animó a afrontar las cuestiones doctrinales que aún dividen a los cristianos “con valentía, en un espíritu de fraternidad y de respeto mutuo”. Al mismo tiempo, recordó que “es el Espíritu Santo el que nos guía hacia la comunión plena, y hace percibir la riqueza espiritual presente en las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales”.
Además, en su homilía destacó como un desafío que empuja a la unidad la incidencia cada vez menor del mensaje cristiano en la vida personal y comunitaria.
“Mientras estamos en camino hacia la unidad plena, es necesario perseguir una colaboración concreta entre los discípulos de Cristo, en favor de la transmisión de la fe al mundo contemporáneo –afirmó-. Hoy en día existe una gran necesidad de reconciliación, de diálogo y de comprensión mutua, en una perspectiva no moralista, sino en nombre de la autenticidad cristiana para una presencia más incisiva en la realidad de nuestro tiempo”.
Señaló que “la verdadera fe en Dios es inseparable de la santidad personal, así como de la búsqueda de la justicia” y recordó que “el ecumenismo espiritual, especialmente la oración es el corazón del movimiento ecuménico”-
“El ecumenismo no dará frutos duraderos si no se acompaña de gestos concretos de conversión, que muevan las conciencias y favorezcan la sanación de los recuerdos y de las relaciones –concluyó-. La renovación de la vida interior de nuestro corazón y de nuestra mente, que se refleja en la vida cotidiana, es crucial en cualquier proceso de diálogo y de reconciliación, haciendo que el ecumenismo sea un compromiso mutuo de comprensión, respeto y amor, "para que el mundo crea".
Al comienzo de la celebración, el presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el cardenal Kurt Koch, dirigió a Benedicto XVI un saludo y destacó que “el elixir del ecumenismo consiste en la oración, el ayuno y la conversión”.
“En el Año de la Fe, que estamos viviendo, la Oración por la Unidad de los Cristianos adquiere un matiz especial –dijo-. Nos invita y nos anima a hacer nuestra la tarea de volver a verificar y profundizar en los fundamentos de la fe de la responsabilidad ecuménica: la búsqueda de la unidad de los cristianos no es simplemente una aspiración humana, sino que corresponde a la voluntad de nuestro Señor”.
Hoy celebramos a...