Aunque hay muchos expertos en confinamiento, son los monjes y las monjas quienes optaron por este estilo de vida… ¡libremente y con conocimiento de causa! Hemos tenido la oportunidad de pedirle a uno de ellos algunos consejos para vivir mejor este periodo inédito que no debe ser sinónimo de pasividad, sino de disciplina
También en la abadía de Saint Wandrille, en el norte de Francia, viven tiempos de confinamiento. La tienda ha cerrado las puertas, los últimos huéspedes se marcharon hace unos días y los monjes, para rezar juntos, ocupan uno de cada dos asientos en el coro, en disposición de quincunce y a lo largo de cuatro hileras en vez de dos.
Por el momento no hay enfermos en esta comunidad de treinta frailes de entre 24 y 93 años. Según nos asegura de inmediato uno de ellos, “para nosotros no ha cambiado gran cosa, salvo quizás el paseo fuera del claustro que debíamos haber hecho para mediados de Cuaresma”.
“Y luego, en un monasterio, todo se hace en el mismo lugar, la regla de san Benito lo tiene todo previsto, incluso confinados, tenemos un claustro de catorce hectáreas, grandes pasillos, un refectorio majestuoso…”. Parece fácil, entonces, respetar la distancia de “un metro”.
Habitar el tiempo…
Así que, según estos expertos, ¿cuáles son los secretos para vivir un “buen” confinamiento? “El confinamiento es un aprendizaje, hay que habitar el tiempo, vivirlo en el instante y no permitir que fluya de forma informe”, explica el monje de Saint Wandrille.
En la vida de los monjes, es bastante fácil implementar esto con la ayuda de una vida marcada por el ritmo de los oficios.“Dios se da en el instante presente, ¡incluso en tiempos de crisis!”.
Pero para los otros confinados, también hay que aprender a vivir el momento presente, y este es el primer pilar de la vida confinada.
“Concentrarse en lo que se esté haciendo, en el instante, y cuando el momento haya pasado, detenerse para pasar a otra cosa, esta es una forma constructiva” de pasar el tiempo…
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