Buscando una presencia que lo llena todo, la de la Virgen presente en tantos rostros
Tengo claro que Dios no necesita mis capacidades, ni mi fuerza, ni mis talentos. No me hizo capaz de todo. No logró en mí una obra perfecta. Continuamente veo mis límites y me asombro siempre de nuevo.
Yo, que quería tocar con mis manos las estrellas. Yo, que soñaba con surcar los mares hasta orillas imposibles. Yo, que quería tener en mi corazón toda la sabiduría del mundo. Yo, que iba a ser siempre valiente y audaz. Yo, no pude, caí, fui débil. Y en mi dolor María me mira conmovida y me dice con ternura y fuerza al mismo tiempo:
“Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón, no temas esa ni ninguna otra enfermedad o angustia. ¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?”.
Me lo dice con esa delicadeza que tienen las madres para consolar las almas de sus hijos pequeños. Y yo me quedo de rodillas ante su rostro moreno.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.