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Iglesia en Venezuela apoya marchas del 23 de enero

VENEZUELA

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Macky Arenas - Carlos Zapata - Aleteia Venezuela - publicado el 23/01/19

El 23 de Enero de 1958 cayó la penúltima dictadura y es la fecha escogida para salir con nuevos bríos en busca de libertad

La Conferencia Episcopal de Venezuela respalda un gobierno de transición y brinda un espaldarazo a lo expresado durante cabildos abiertos organizados por la Asamblea Nacional, considerada por la Iglesia y la comunidad internacional como el único poder legítimo de la nación.

Los obispos venezolanos anunciaron su respaldo a la convocatoria a marchas para este 23 de enero de 2019, cuando se cumplen 61 años de un “hito histórico para la democracia”, al considerar que “constituyen un signo de esperanza, algo nuevo que está comenzando a generarse en nuestro país: cambios necesarios para el desarrollo humano integral de cada persona, pero siempre en democracia y de acuerdo a la Constitución Nacional”.

A través de un comunicado, la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) fechado 22 de enero y firmado por la directiva, se señala que el 23 de enero de 1958 es una fecha histórica como “signo inspirador del *triunfo de la racionalidad social ante el abuso del poder*; de la unidad del pueblo que se hallaba débil ante la desarticulación de un régimen de atropellos, de corrupción y de represión que encubría dentro de sí todos los males que un gobierno autoritario puede tener”.

Sostiene la Iglesia que desde esa fecha, el país marchó en vía de desarrollo, “con una democracia que siendo perfectible, logró hacer germinar en varias generaciones los valores inherentes a ella: el mundo de libertades, separación de poderes, el valor de la alternabilidad en el poder, la solidaridad y participación ciudadana, la descentralización, el derecho de asociación, la libertad de expresión e información; y muchos otros elementos, que aunque no llegaron perfectamente a una efectiva instalación en la realidad venezolana, influyeron para que la conciencia democrática se enraizara profundamente en la población”.

No obstante, lamentan que el deterioro de la vida democrática por factores conocidos por todos “abrió las puertas a que se fuera introduciendo un régimen de gobierno en el que muchos cifraron sus esperanzas, pero que, a la postre ha resultado contrario a los principios de la ética social y al respeto de la dignidad humana”.

“Es pecado querer mantener a toda costa el poder”

Reiteran que son “conscientes del sufrimiento al que ha sido sometido el pueblo venezolano por la acción gubernamental”, y ratifican que *los venezolanos hoy “viven una situación dramática y de extrema gravedad por el deterioro del respeto a sus derechos y de su calidad de vida, sumido en una creciente pobreza y sin tener a quien acudir”.

En este aspecto, insisten en alusión al nuevo mandato presidencial de Nicolás Maduro que “es un pecado que clama al cielo querer mantener a toda costa el poder y pretender prolongar el fracaso e ineficiencia de estas últimas décadas: *¡Es moralmente inaceptable!*” (Exhortación del Episcopado Venezolano. 9-01-2019, n.2)”.

“La mayoría pide un gobierno de transición”

Ante esa realidad que califican como “tragedia nacional”, consideran notorio que “la mayoría del pueblo pide un cambio de rumbo que pasa por un período de transición hasta elegir nuevas autoridades nacionales”.

Respaldan además la experiencia reciente de los cabildos abiertos, figura ejecutada por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, al señalar que se trata de un “instrumento constitucional (que) ha permitido que los ciudadanos se expresen abiertamente”.

En ellos, recuerdan, la población ha manifestado el descontento generalizado “al considerar ilegítima, por su origen, la juramentación para un nuevo período presidencial, que ha abierto “una puerta al desconocimiento del Gobierno porque carece de sustento democrático en la justicia y en el derecho”. En tal sentido, estiman que *“urge asumir el clamor popular de un cambio, de una concertación para una transición esperada y buscada por la inmensa mayoría”.

Advierten sin embargo, que “las marchas no son el final del camino, sino un signo de futuro en proceso que debemos construir entre todos, sin excepción”, y sostienen que “no podemos cargar todo el peso de las responsabilidades a una sola persona ni a una sola institución”.

Llamado a la Fuerza Armada Nacional

El cambio “exige la articulación de todos los sectores sociales, “promoviendo la creatividad y proactividad de muchas personas en la búsqueda de soluciones”, señala, al tiempo que *exhortan de manera directa “a la Fuerza Armada Nacional y a los diversos órganos de seguridad del Estado para que protejan a la población”.

Es importante, indican, que “la acompañen y respeten con un sentido cívico ante las demandas de sus derechos y de nuevas realidades en el contexto de lo político. Proteger a los ciudadanos, es decir, al pueblo al que pertenecen sus propias familias y que sufren las mismas calamidades, debe ser lo que inspire el salir a las calles uniformados”.

Al pedirles a los militares que “atiendan al clamor de sus hermanos venezolanos para que todo transcurra en paz”, recuerdan igualmente que: “La defensa de la libertad ha costado mucha sangre y muchos sufrimientos”.

Grupos que generan violencia

Señalan igualmente que saben de la existencia de “grupos anárquicos que generan violencia. A estos grupos son los que deben frenar los órganos de seguridad del Estado en defensa de la población civil que marchará de forma pacífica”, e insisten en que “Dios no quiere que por el sometimiento a injusticias sufra el pueblo”.

Por último, exhortan a unirse a la sana convivencia “y a la concordia que tanto piden los venezolanos, dejando a un lado todo tipo de violencia”.

Y claman a Jesucristo, Señor Nuestro, “en esta hora de tantas necesidades en nuestra patria”, diciendo: “Nos sentimos inquietos y esperanzados, y pedimos la fortaleza como don precioso de tu Espíritu. Anhelamos ser un pueblo identificado con el respeto a la dignidad humana, la libertad, la justicia y el compromiso por el bien común”.

Esperanzados y con la fe puesta en Dios, los venezolanos vuelven a las calles

El 23 de Enero de 1958 cayó la penúltima dictadura y es la fecha escogida para salir con nuevos bríos en busca de libertad. Se conmemora la caída de una cruel dictadura que asoló al país por espacio de diez años. En 1958 los venezolanos lograron derrocarla y reinstaurar la democracia que fue ejemplo en el continente y de la cual disfrutamos por más de 50 años.

En esta ocasión, esa es la fecha elegida para que el pueblo venezolano, que sufre la más grave crisis de su historia republicana, muestre de nuevo su músculo de calle y salga a exigir el retorno de las libertades.

La Iglesia Católica ha sido un factor clave como antecedente de esta movilización que implica el “despertar” de la sociedad civil. Ha trabajado sin descanso en la animación y orientación para el trazado de metas claras, firmes y posibles; ha facilitado intercambios que propicien la unidad de un liderazgo opositor errático, desorientado y atomizado; y ha inyectado esperanzas desde cada púlpito, a través de cada toma de postura pública y en todo momento y lugar, como una sola voz.

Apenas ayer, día de San Sebastián mártir, Patrono del Estado Táchira –Andes venezolanos- la plegaria de Mons Mario Del Valle Moronta fue explícita: “Que se imponga la legitimidad de la democracia y no el ansia de poder”.

Citamos, por su emotiva belleza y su tremenda vigencia, segmentos de la plegaria del obispo, que interpreta a cabalidad el sentir de los nuestros:

“Te pedimos intercedas por nosotros ante Dios Uno y Trino. Cuéntale cómo estamos viviendo hoy en Venezuela y, particularmente en nuestra ciudad de San Cristóbal…Háblale a Jesús, aunque Él ya lo sabe, de la cantidad de hermanos nuestros migrantes que pasan por nuestras calles en búsqueda de unas condiciones de vida más digna. Pídele que no nos falte el don de la acogida y de la atención hacia ellos. Háblale al Señor de tu gente de acá, dispuesta a compartir lo que se tiene, a pesar del egoísmo” …

“Pídele por nuestras autoridades: civiles y militares. Ellos se deben a todos y a cada uno, sin excepción y no a parcialidades políticas. Es necesario que les ayudes con tu intercesión y que el Señor toque sus corazones con la gracia de la conversión. Que se imponga la legitimidad de la democracia y no el ansia de poder. Que quienes se dicen ser dirigentes, cualquiera que sea su ideología, de verdad se preocupen por ser pueblo y por atender las necesidades de la gente. Que no tengan miedo a ser como tú, Capitán valeroso que preferiste el martirio antes que el abandonar la práctica de la fe que encierra esperanza y amor”…

“Te pedimos por nuestros sacerdotes y laicos comprometidos en la acción evangelizadora. Que no busquemos las apariencias ni nos valgamos de nuestra posición para beneficio propio. Que seamos humildes y cada vez más compenetrados con el pueblo al cual pertenecemos. Que sintamos el gusto espiritual de ser pueblo y demos ejemplo de vida con un testimonio cierto y decidido de caridad en el nombre del Señor”.

Que así sea. Y que Dios nos ayude.-

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