Dejar el porno no es fácil pero se puede lograr. Ayudar a quien está atrapado por la pornografía a salir de sus garras es posible. Te explicamos cómo.Cuando la industria del porno te atrapa, te convierte en su esclavo y es muy difícil dejar su consumo. “Se adueñan de estas personas, no controlan”, dicen los psicólogos expertos en Sexología Clínica y Salud Sexual.
El problema es que el consumo de pornografía tiene un “efecto escalada” y cada vez van necesitando más. ¿Qué hacer si conocemos a alguien que ha caído en sus garras?
Sacarle no es fácil, pero se le puede ayudar. Aunque cada caso es particular siempre se debe comenzar por el mismo paso: hacer ver al afectado que tiene un problema y por qué le va a compensar dejar de consumir pornografía.
El doctor Alejandro Villena establece como condición fundamental, “que la persona adicta quiera dejarlo”.
Existen tres tipos de pacientes:
- Los que se sienten presos de la adicción y quieren dejarlo, pero no saben cómo.
- Otros no saben que son adictos.
- Lo sabe pero no quiere dejarlo. “Acuden al porno para buscar un equilibro que deberían tener mediante indicadores sanos”.
La pregunta clave
Formular en confianza la siguiente pregunta es una buena manera de que el afectado piense su situación:
¿Puedo estar una semana sin pornografía?
Sólo con esa cuestión, el doctor Villena ha comprobado en numerosos casos que la persona descubra su adicción.
Se puede repasar entonces con qué frecuencia consume porno y hasta los impulsos que le llevan a buscarlo. A partir de ahí se le puede instar a interrogarse:
- ¿Cuánto porno veo?
- ¿Cómo afecta a mi vida?
- Y una pregunta clave: “¿Soy capaz de dejarlo?”.
Hacer ver los problemas del porno y los beneficios de dejarlo
Tanto como para el que descubre su adicción como para quien no tiene interés en dejarla, lo importante es que tome conciencia del peligro que entraña este tipo de contenidos y –sobretodo- las ventajas que va a encontrar si lo deja.
Quien busca porno lo hace porque encuentra un beneficio real (como un placer inmediato o una evasión ante otro tipo de problemas). Pero no ve los perjuicios, que son muchos y graves: desde una concepción de la sexualidad completamente irreal hasta la búsqueda de porno más duro (incluso a veces pornografía infantil), pasando por lo que llaman “dismorfobia erórita” o deformación de la belleza, la disociación de la parte afectiva del sexo y la banalización de la violencia sexual.
Las consecuencias son muy diferentes en función de la edad y la fase de la vida:
- fracasos matrimoniales,
- obsesiones,
- síndrome de abstinencia,
- imposibilidad de alcanzar el orgasmo, etc.
Y en positivo, ayudarle a descubrir que una concepción de la sexualidad como algo relacionado con lo afectivo es más real, placentero y edificante. Liberarse de la pornografía es retomar la libertad de tu vida.
Hablar claro, darle información correcta y acudir a un especialista
Para muchos, la pornografía sigue siendo un tema tabú o con muchos prejuicios.
Para otros, es una manifestación de la libertad: “Que cada uno haga lo que quiera”. Pero la libertad no puede ir separada de la responsabilidad. Se ha pasado quizás de unas décadas de mayor represión en cuestiones sexuales a todo lo opuesto.
Los profesionales insisten en que cualquier opinión sobre sexualidad es respetable, pero no cualquier opinión es igual que un criterio de salud clínico. Los estudios en este campo de la Psiquiatría reflejan que estamos ante un problema grave que afecta profundamente a la persona.
El doctor Villegas sostiene que “uno de los grandes problemas es que no hay conciencia social de que el consumo de pornografía es dañino” y no se educa a los jóvenes en un modelo sano de sexualidad.
Por eso recomiendan hablar claro y apoyarse en los estudios clínicos.
A cada uno en su fase. Por ejemplo, hay talleres médicamente testados con niños de 10 años que empiezan a conocer su sexualidad. Un juego con preguntas como: ¿la sexualidad es íntima o pública? A través de los libros puedes ayudarle a distinguir imágenes buenas y malas.
Cuando van creciendo recomiendan hablarles abiertamente del tema, para que diferencien con nitidez lo que “nos venden” y qué es realmente la sexualidad, con todas sus dimensiones.
En el matrimonio, preguntar directamente cómo afecta a la relación, hablar si se ha despersonalizado el sexo y si se intenta imitar lo que se ve en los contenidos pornográficos.
Además conviene recomendar buenos libros, vídeos y cursos enfocados a ayudar al adicto. La web www.daleunavuelta.org hace una gran labor de formación e información. Este vídeo, por ejemplo, es el primero de una serie de esta web orientada a quien quiere dejar el porno.
El siguiente paso es recomendar un especialista salud sexual. Cada vez hay más profesionales dedicados a este problema dentro de la Psicología.
Ayudar a elaborar un mapa de la adicción
Esta parte puede comenzar a hacerse desde la cercanía con el afectado pero se debe desarrollar plenamente con el profesional.
Hay que ayudarle a identificar los detonantes y los desencadenantes. Descifrar en qué lugares y circunstancias se consume pornografía, y por qué, qué se busca, qué se asocia.
Con toda esa información, se podrá establecer una estrategia de actuación o un tratamiento. Es posible que los doctores puedan encontrar a veces otros elementos psicológicos debajo de la adicción que también necesitan tratamiento.
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