En el Evangelio de hoy, recordamos el momento en el que Judas da el paso final y entrega al Jesús por 30 monedas de plata. Este momento tan fuerte y en el que muchas veces juzgamos o señalamos a Judas por lo que hizo es una invitación a cuestionarnos a nosotros mismos: ¿cuántas veces no hemos sido, con nuestras acciones, aquel Judas? Cambiamos a Jesús por nuestra propia comodidad, por nuestros tiempos, por nuestros sueños, por nuestro propio bien.
El padre Giovanni nos invita a reflexionar:
¿Qué precio estás dispuesto a aceptar por traicionar a Jesús?
En este evangelio, Judas Iscariote da el paso final hacia la traición.
Va con los sumos sacerdotes y les pregunta:
"¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?"
Y ellos le ofrecen treinta monedas de plata.Treinta monedas…
Ese fue el precio que Judas puso al Maestro.
El precio por vender al Amor.Desde ese momento, Judas buscaba la oportunidad para entregarlo.
¿Cuántas veces también nosotros vendemos a Jesús?
No con monedas, pero sí:
– Por miedo al qué dirán.
– Por orgullo.
– Por placer.
– Por no querer soltar el pecado.Cada vez que elegimos lo nuestro por encima de su amor, lo traicionamos.
Los discípulos se llenan de tristeza y preguntan uno por uno:
"¿Acaso seré yo, Señor?"Qué importante es esta pregunta.
No señalemos a Judas sin antes mirarnos al espejo.Jesús, con el corazón roto, dice:
"El que ha mojado su pan en el mismo plato que yo, ese me va a entregar."La traición no vino de un enemigo, sino de un amigo cercano.
Y aun así, Jesús no expone, no humilla, no acusa con gritos.
Ama hasta el final.¿Estoy traicionando a Jesús en lo oculto?
¿Estoy vendiendo mi fe por algo que no vale la pena?Hoy Jesús te mira a los ojos, y tú decides:
¿Lo entregas… o lo sigues hasta la cruz?


