¿Qué sienten las mujeres tras su primer parto? 

El periodo del embarazo está impregnado de emociones intensas y, a menudo, contradictorias: felicidad y agotamiento, amor y miedo, satisfacción y duda. Si bien, el nacimiento de un bebé generalmente es visto como un momento de alegría y gran bendición, la realidad emocional de muchas mujeres es más compleja y merece una exploración profunda.

La maternidad es, sin duda, una de las experiencias más transformadoras de la vida. La llegada de un nuevo ser trae consigo una felicidad inmensa, tanto para la madre como para su entorno. Sin embargo, muchas mujeres jóvenes experimentan una sensación de soledad que puede resultar inesperada en medio de tantas muestras de amor y apoyo.

Cuidar a un recién nacido es una tarea absorbente. La presión de "hacerlo bien" y el peso de la responsabilidad pueden hacer que muchas mujeres sientan que deben cargar solas con esta misión. Y cuando voltean a su alrededor, suelen sentir falta de apoyo y colaboración. 

Aun estando rodeadas de familiares y amigos, algunas madres sienten que nadie comprende realmente lo que están atravesando. Esta brecha emocional puede intensificar la sensación de soledad.

Más allá de la soledad, muchas mujeres jóvenes experimentan tristeza tras el parto. Esta emoción puede tener múltiples causas, desde los drásticos cambios hormonales hasta sentimientos de pérdida de identidad o miedo a no ser una "buena madre".

Uno de los aspectos fundamentales en esta etapa es la necesidad de validación. Cuando esta validación no llega o es insuficiente, la tristeza puede intensificarse y, en algunos casos, derivar en una depresión posparto que requiere atención profesional.

Uno de los mayores dilemas que enfrentan las madres es encontrar un equilibrio entre su identidad profesional y su nueva vida como madres. La presión social y económica para reincorporarse al mundo laboral puede generar altos niveles de estrés y ansiedad. Lo que las hace dudar si realmente querían pasar por este complejo proceso.

Decidir cuándo y cómo reincorporarse al trabajo es una decisión difícil. Muchas mujeres sienten que deben elegir entre su carrera y su familia, lo que puede generar culpa o frustración. 

En muchos países, las condiciones laborales no facilitan la conciliación entre maternidad y trabajo, lo que agrava el estrés y la inseguridad de las nuevas madres.

Para mitigar el impacto emocional de esta nueva etapa es fundamental que las mujeres cuenten con herramientas y redes de apoyo adecuadas.

Estrechar los lazos con las mejores amigas, sobre todo las que ya han vivido este mismo proceso, y compartir experiencias es fundamental. En su algunos casos el apoyo no solo vendrá del círculo cercano, pues se puede buscar ayuda profesional si se considera necesario.

Definir tiempos para el trabajo y la familia ayuda a reducir la sensación de estar rebasada por las tareas y el cansancio.  

Delegar tareas en la pareja, familiares o amigos es clave para evitar el agotamiento. Encontrar momentos para el descanso, recreación y bienestar personal no es un lujo, sino una necesidad.

Modalidades como el trabajo en línea o los horarios reducidos pueden facilitar la adaptación a la maternidad sin descuidar la vida profesional. En dado caso de que esta sea la decisión o necesidad de la madre. 

Reafirmarse en el rol de madre, sin depender exclusivamente de la aprobación externa, es un paso esencial hacia la seguridad emocional.

Ante los sentimientos de no estar siendo valorada o no estar recibiendo la ayuda necesaria -que pueden surgir- es importante comunicar la necesidad y no comenzar una serie de reclamos que, en vez de acercar a esas personas, las alejen.