¿Cómo sé si una pareja viene de Dios o si la idealizo? 

En la búsqueda de la pareja ideal, muchos se preguntan cómo podrán saber si esa persona es la que Dios ha mandado. Otros se preguntan cuando conocen a alguien, si esa persona será la pareja ideal para el matrimonio y si dará fruto. 

Sin duda, es un proceso que requiere discernimiento acompañado de oración, paciencia, una guía espiritual y también conocerse a uno mismo, así como los planes que Dios tiene para cada uno de nosotros.

Cuando sabemos que nuestro llamado está en la vida, al matrimonio y a la familia, comenzamos esa búsqueda de la persona ideal, la cual debemos buscar de la mano de Dios y para ello es importante conocernos primero a nosotros mismos. 

De esta forma tendremos claros los rasgos que buscamos en dicha persona, desde gustos, hasta valores y una fe que se busque vivir en la relación y en el futuro matrimonio. 

Sin embargo, ¿qué pasa cuando después de orar el tiempo pasa y no llega la persona ideal que tanto pedimos en oración? De primera instancia debemos saber que Dios tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros y sabe el momento indicado. Por lo que debemos ser pacientes y seguir la voluntad de Dios. 

Existe una línea muy delgada entre lo que queremos y en lo que Dios realmente quiere, en muchas ocasiones ocurre que en una hora santa o en un momento de oración pedimos a Dios que nos mande una señal o nos muestre a nuestra futura pareja y cuando cruza ante nuestros ojos la primera persona, pensamos que es la indicada, sin siquiera conocerle bien. 

Por esta razón debemos de ser muy cuidadosos y estar muy centrados en la oración, solo así podremos escuchar lo que verdaderamente nos dice nuestra conciencia, que no es más que la voz de Dios hablándonos. Aquí te compartimos algunos puntos que puedes tomar en cuenta al escoger a tu pareja. 

Esa persona debe atraerte física y mentalmente, no únicamente una de las dos. Ya que, este es el punto de partida. Muchas veces las personas pueden dejarse llevar por el aspecto físico sin considerar su mentalidad, su respuesta a ciertas situaciones o viceversa, ya que el físico actúa en sintonía. 

Para poder decir que quieres a alguien y que te gustaría iniciar una relación con esa persona, es imprescindible que primero la conozcas, pues nadie ama lo que no conoce, por lo tanto, no busques brincar esta etapa tan esencial. Sin amistad no puede haber una relación sana y menos un matrimonio. 

Mantén en claro cuáles son aquellos puntos que no estás dispuesto a permitir o a cambiar o a renunciar, por ejemplo, tu fe, tus valores, etc. Por el contrario, aquellos aspectos con los que estás dispuesto a convivir o de cierta manera permitir, recuerda que nadie es perfecto, por lo que seguro habrá detalles que a lo mejor no sean del todo tu agrado, pero que no van en contra de tu integridad. 

Muchas veces, creemos la falacia de que al casarnos con esa persona va a cambiar o incluso seremos nosotros quienes podemos cambiar los malos hábitos de la persona y la verdad es que, para que una persona cambie, necesita quererlo por sí misma. 

Recuerda que Dios tiene a la persona ideal para ti, pero para ello es necesario prepararse, orar y confiar en su tiempo y planes. Mientras, no olvides convivir con nuevas personas en algún grupo de tu parroquia o involucrándote en algún apostolado.