En una sociedad que nos insta constantemente a centrarnos en nosotros mismos, es bueno recordar que nuestro propio bienestar es inseparable del de los demás. Como nos enseña Jesús en el Evangelio de Mateo (25, 40): "Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis".
En cada persona podemos percibir a Cristo, presente en sus gestos, palabras y mirada, invitándonos a ver más allá de las apariencias y a acogerle con amor y respeto. Aquí unos consejos:
1Escucha activamente
Presta toda tu atención a la persona que habla, sin interrupciones ni distracciones: reformula lo que dice para asegurarte de que lo has entendido y anímala con gestos, asentimientos o preguntas abiertas.
2Cultiva Gratitud
Dedica un momento cada día a reflexionar sobre aquello por lo que estás agradecido, como los actos de amabilidad que has recibido. Puedes llevar un cuaderno de gratitud, por ejemplo, en el que anotes tres cosas positivas cada día.
Implícate en tu vida familiar o en actividades de voluntariado, para reforzar los lazos afectivos y crear un entorno de apoyo y seguridad emocional para cada miembro y contribuir así al bienestar colectivo.
4Escribe a tus seres queridos
Dedica tiempo a enviar mensajes, cartas o tarjetas para expresar tus pensamientos, emociones o recuerdos a amigos o familiares: demuestra que te importan, incluso a distancia.
5Reza por los demás
Reserva unos minutos al día para rezar o pensar en los que te rodean. Cada persona por la que intercedemos es "aquella a la que Cristo ama", con un amor único e incondicional.
Apaga las notificaciones de tu teléfono y reserva momentos específicos para cada tarea, de modo que puedas estar plenamente presente con las personas que te rodean.
7Comparte tus éxitos y los de los demás
Celebra tus victorias y las de los demás, ya sea mediante un simple mensaje, una conversación o un reconocimiento público, para crear un entorno positivo en el que todos se sientan valorados.
8Cultiva curiosidad
Interésate por las historias y experiencias de las personas con las que hablas, aunque parezcan muy alejadas de tu propia experiencia; sal de tu entorno "seguro" y muéstrate abierto a lo inesperado.
9Organiza convivencias
Crea hábitos compartidos con regularidad, como una comida familiar, una salida nocturna con amigos o un proyecto de colaboración. Las convivencias aportan estabilidad y cordialidad a las relaciones.
Ofrece a tus seres queridos muestras de afecto, aunque sean sencillas, como una mirada amable, una sonrisa sincera o una caricia reconfortante, para forjar vínculos profundos y sinceros con ellos.
Todos estos pequeños gestos alimentan el alma, crean confianza y recuerdan a quienes nos rodean que son importantes para nosotros. Porque, al fin y al cabo, son los gestos de ternura, discretamente compartidos a diario, los que crean una conexión humana real, fuerte y duradera.