Para la reapertura de Notre-Dame de París, la liturgia tendrá que conformarse con un solo órgano. Aunque es el órgano más grande de Francia, el instrumento que ocupa la galería oeste de la catedral interactúa habitualmente con un segundo instrumento en el coro.
Dañado por un incendio en 2019, este segundo instrumento no se restaurará hasta 2025, después de que se hayan reconstruido parte de la tubería, el sistema de vientos y la transmisión.
Esta renovación también habrá supuesto una oportunidad de enriquecimiento: el órgano del coro dispondrá de una mayor gama sonora para difundirla por toda la nave, y se completarán sus "colores" para hacerlo capaz de interpretar todo el repertorio. Para ello, se instalarán tubos en las galerías del transepto norte.
Esta configuración -órgano en tribuna y órgano de coro- es un modelo clásico en Francia, al menos en las catedrales y las grandes iglesias. Como explica un organista:
"En la iglesia latina, el órgano puede entenderse como un actor litúrgico, un actor que se hace eco de lo que ocurre alrededor del altar. En este contexto litúrgico, el órgano tiene dos funciones esenciales: por un lado, apoyar el canto con un acompañamiento suave y, por otro, entrar en diálogo con la liturgia como solista".
La tarea del órgano grande consiste, entonces, en "desplegar todos los colores musicales, desde la suave improvisación de las flautas tras la homilía hasta la potente tocata que acompaña la procesión de salida" cuando el órgano pequeño se encarga del "acompañamiento del coro".
Desarrollo en el siglo XIX
En algunas iglesias, el mismo instrumento tiene tubos en varios lugares para permitir el juego con eco, como en la catedral de Passau, en Baviera. En otros lugares, el órgano del coro está situado frente al púlpito, para subrayar la función dialógica del canto en la liturgia, como en la abadía de Lilienfield (Austria).
El aspecto simbólico no debe eclipsar las preocupaciones prácticas. Los órganos de coro se desarrollaron, sobre todo en París, en el siglo XIX, una época floreciente para el órgano, porque "la distancia entre el coro de la iglesia y el gran órgano, a menudo situado en la tribuna, es decir, lejos del monumento, hacía imposible acompañar el canto debido al desfase provocado por la velocidad del sonido", explica Thierry Adhumeau, organista titular de Saint-Denys-du-Saint-Sacrement, en el barrio del Marais.
La introducción de sistemas de sonorización electroacústica en los edificios permitió acompañar a los fieles desde la tribuna, lo que solucionó en parte "la incapacidad del organista para comunicarse con el coro (es decir, el director del coro, cantores, maestros de coro, sacerdotes, etc.) para elaborar los detalles de la liturgia, a veces con prisas".
Sin embargo, la construcción de pequeños órganos en el siglo XIX dependía de los recursos financieros de la parroquia, que debía poder asumir el coste del instrumento y del organista. "La ley de 1905 supuso la sentencia de muerte para las ceremonias con dos órganos en muchas parroquias", y aunque esta práctica persistió en unas pocas parroquias, la mayoría contaba ahora con un solo organista, lo que redujo el número de organistas.
En Saint-Denys, Thierry Adhumeau se siente sin embargo muy feliz cuando su mujer, organista en otra iglesia, viene a tocar con él en las misas dominicales con dos órganos.
Un instrumento cotidiano
Notre-Dame de París, famosa por su liturgia, disfruta de este lujo. "Los muros de la catedral son una cáscara vacía sin la música, que tampoco es nada sin ella", afirma Yves Castagnet, organista titular del órgano del coro desde 1988.
Un instrumento cotidiano, pilar de la liturgia, con el que acompaña los oficios todos los días en la catedral: "El órgano del coro contribuye a la gran calidad de vida de Notre-Dame".
Como para subrayar la complementariedad de los dos órganos, el rector-arcipreste ha nombrado al joven Thibault Fajoles, de apenas 21 años, organista adjunto de ambos instrumentos. Hasta que se resucite el órgano del coro, ambos tendrán que conformarse con un órgano electrónico desmontable, conocido como "positivo".
Para acompañar el canto, un organero creó un pequeño modelo (1,25 m de ancho, 1,15 m de alto y 75 cm de profundidad), con un solo manual y 200 tubos, para 30 registros. También para los órganos es válido el adagio: ¡nunca dos sin tres!