San Ermengol fue un obispo del siglo XI que dio su vida por unir a las personas entre ellas y con Dios. De hecho, murió al sufrir un accidente cuando participaba en la construcción de un puente sobre el río Segre, en los Pirineos. Es un santo al que dirigirse en oración cuando el río -cualquier otra adversidad- mata y destroza, y al que rezar para tender puentes.
Oración
Querido san Ermengol,
obispo sensible a las necesidades de las personas que se encuentran aisladas:
Gracias por abrir caminos para llegar al otro,
por construir puentes para unir y templos para hacer presente a Dios, aquí y ahora.
Tú, buen pastor,
has recibido el poder para fortalecer a la Iglesia y enriquecer a la sociedad
trabajando por un desarrollo integral
con un verdadero espíritu de servicio que llega hasta el sacrificio y proviene de tu unión
con Dios, ahora aún más fuerte que cuando pisabas esta tierra…
Mira nuestra situación con misericordia,
por favor, ven a nuestros corazones, ablándalos, haznos humildes,
ayúdanos a escucharnos, a trabajar juntos por el bien de todos,
perseverando con paciencia y esperanza,
a cubrirnos unos a otros con un amor verdadero
que venza las tormentas y las dificultades,
y que nos lleve a entregarnos totalmente con alegría,
hasta que, pasados los nubarrones y el temporal,
nos reunamos contigo en el cielo
y ya no necesitemos más puentes ni caminos
porque estemos los unos en los otros
felices para siempre en el corazón de Dios.
Puentes que unen
El domingo pasado, 3 de noviembre, la diócesis de Urgel celebró la fiesta de su patrón san Ermengol.
El obispo Joan-Enric Vives presidió una Misa en la iglesia del pueblecito pirenaico de Pont de Bar.
Fue una celebración llena de conexiones con los que están sufriendo a causa de las lluvias torrenciales en Valencia y otros lugares de España.
Los asistentes rezaron por ellos en una iglesia que, igual que las casas de Pont de Bar, es de nueva construcción.
Todo el pueblo se desplazó y reconstruyó después de que una riada lo destrozara totalmente el año 1982.
Agradecimiento
Muy cerca de allí, donde estaba el antiguo pueblo, quedan todavía ruinas de aquel desastre natural. Y también una capilla reconstruida en el lugar donde murió san Ermengol el 3 de noviembre de 1035.
El obispo Ermengol perdió allí la vida al sufrir un accidente mientras supervisaba las obras de construcción de un puente para facilitar el paso de La Seu d’Urgell a la Cerdanya.
Fue él quien edificó la tercera catedral de La Seu d’Urgell y creó el capítulo de canónigos para que vivieran juntos.
Hoy los cristianos le agradecen su contribución en la construcción de puentes, caminos e iglesias.
Y le piden su ayuda para acabar con el aislamiento y para afrontar, unidos, tempestades y todo tipo de adversidades.