A veces se considera la Confirmación como "el sacramento de la despedida", porque los jóvenes se alejan de la Iglesia, lamentó el Papa Francisco en la Audiencia General del 30 de octubre de 2024.
Ante miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro bajo un hermoso sol otoñal, el pontífice argentino continuó su ciclo de "reflexión sobre la presencia y la acción del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia a través de los sacramentos", centrándose esta vez en el sacramento de la Confirmación, conferido habitualmente a los adolescentes.
Leyendo su meditación con cierta dificultad porque le molestaba "el sol en los ojos", el Papa Francisco explicó que la confirmación es el "sacramento del Espíritu Santo". Tiene sus raíces en el rito de la "imposición de manos", mencionado en el Nuevo Testamento, que pretendía, desde los primeros tiempos del cristianismo, "comunicar visible y carismáticamente el Espíritu Santo, con efectos similares a los producidos en los Apóstoles en Pentecostés".
"Con el tiempo, el rito de la unción se ha convertido en un sacramento en sí mismo, asumiendo formas y contenidos diferentes según los tiempos y los ritos de la Iglesia", explicó. Pero al constatar el desapego de muchos jóvenes tras recibir este sacramento, que marca el final de sus años de catequesis, Francisco subrayó que "el problema es saber hacer que el sacramento de la confirmación no se reduzca, en la práctica, a una 'extrema unción'", sino que, por el contrario, sea "el sacramento del inicio de una participación activa" en la vida de la comunidad.
"Se trata de un objetivo que puede parecernos imposible, dada la situación actual de la Iglesia, pero no por ello debemos dejar de perseguirlo", insistió el Obispo de Roma. Subrayó que "los fieles laicos que han tenido un encuentro personal con Cristo y una verdadera experiencia del Espíritu" deben implicarse en la preparación de los jóvenes a la Confirmación, para que puedan dar testimonio de su experiencia.
Citando la carta de San Pablo en la que exhortaba a su discípulo Timoteo a "reavivar el don de Dios recibido por la imposición de las manos", el Papa Francisco nos exhortó a "barrer las cenizas de la costumbre y del desenganche, para convertirnos, como los portadores de la antorcha en los Juegos Olímpicos, en portadores de la llama del Espíritu".
Oración por la paz
Al final de la audiencia general, el Papa Francisco renovó su llamamiento a la paz. "Pensemos en los países que sufren tanto: la martirizada Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar, Kivu del Norte y tantos otros países en guerra", dijo el pontífice.
"La paz es un don del Espíritu, y la guerra es siempre, siempre una derrota. En la guerra nadie gana, todos pierden. Recemos por la paz", insistió Francisco. "Ayer vi cómo ametrallaban a 150 inocentes", reveló Francisco, sin mencionar el país afectado.
Probablemente se refería a la masacre que tuvo lugar el 6 de octubre en Manni, en el noreste de Burkina Faso, y que no se supo hasta varios días después. Tras un primer tiroteo en el mercado de esta ciudad de mayoría cristiana, los terroristas volvieron al día siguiente para rematar a los heridos en las salas de los hospitales, y al día siguiente para nuevas ejecuciones. "¿Qué tienen que ver los niños y las familias con la guerra? Son las primeras víctimas", dijo indignado el Papa Francisco.
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