A principios del siglo XX se plantearon muchos desafíos, tanto en el mundo como en la Iglesia, antes de la Primera Guerra Mundial, y san Pío X trató de afrontarlos. Uno de sus legados más perdurables fue el fomento de la comunión frecuente.
Comunión diaria
En su decreto Quam Singulari escribió que todos debían comulgar más a menudo, incluso a diario si era posible.
En aquella época, los católicos estaban acostumbrados a comulgar solo una vez al año. Muy pocos recibían la sagrada comunión semanalmente, y normalmente solo los sacerdotes la recibían a diario. San Pío X quiso corregir esta práctica de abstención.
San Pío X utilizó ese mismo decreto para rebajar la edad de la Primera Comunión a la "edad de la razón", que suele rondar los siete años, frente a la edad habitual de unos 12 años en aquella época.
Motto
El Papa Benedicto XVI reflexionó sobre el legado de san Pío X en una audiencia general en 2010, señalando en primer lugar cómo su lema dio forma a su pontificado:
"El Pontificado de Pío X dejó una huella indeleble en la historia de la Iglesia y se distinguió por un considerable esfuerzo de reforma que se resume en su lema: Instaurare Omnia in Christo, 'Renovar todas las cosas en Cristo'. De hecho, sus intervenciones abarcaron diversos contextos eclesiásticos".
Trabajó para reformar cosas como la Curia Romana, el Código de Derecho Canónico, la liturgia y una participación más activa en los sacramentos:
San Pío X también "intervino con decisión, condenando el 'Modernismo' para proteger a los fieles de conceptos erróneos y fomentar un examen científico de la Revelación en consonancia con la Tradición de la Iglesia."
En todas estas reformas, según el Papa Benedicto XVI, San Pío X se centró en Jesucristo:
"San Pío X nos enseña a todos que en la raíz de nuestra acción apostólica en los diversos campos en los que trabajamos debe estar siempre la estrecha unión personal con Cristo, que hay que cultivar y desarrollar día tras día.
Esta es la esencia de toda su enseñanza, de todo su compromiso pastoral. Solo si estamos enamorados del Señor podremos llevar a las personas a Dios y abrirlas a su amor misericordioso y, de este modo, abrir el mundo a la misericordia de Dios".
Su ejemplo debería inspirarnos hoy en todas las reformas, centrándonos primero en una "estrecha unión personal con Cristo". Si somos capaces de establecer esa unión, todo lo demás caerá en su sitio.