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¿Asistió san Pablo a los Juegos Olímpicos en su época?

Scène de pentathlon de la Grèce antique avec lanceurs de javelots, figurant sur une amphore panathénaïque (vers 525 av. J.-C.) conservée au British Museum

Philip Kosloski - Anne-Sophie Retailleau - publicado el 04/09/24
Como evangelista del mundo griego, Pablo nunca fue a Olimpia, donde aún se celebraban los Juegos Olímpicos en tiempos del apóstol. Aunque no pudo asistir, algunos estudiosos creen que Pablo pudo presenciar los Juegos Ístmicos en Corinto

En el Nuevo Testamento, las cartas de Pablo son la parte con más referencias al mundo del deporte. Al apóstol le gusta comparar la vida cristiana con el entrenamiento competitivo de los atletas. Esto se debe probablemente a que, en la época en que escribió sus cartas, san Pablo enseñaba el mensaje de Cristo a personas de lengua y cultura griegas que él mismo conocía perfectamente.

La cultura helénica de la Antigüedad apreciaba el deporte y admiraba a los atletas. A los griegos les apasionaban las grandes competiciones deportivas que reunían a todas las ciudades para competir en los estadios.

Por supuesto, estaban los Juegos Olímpicos, organizados en la ciudad de Olimpia. Sabemos que san Pablo no pudo asistir, ya que nunca visitó esa parte de Grecia. Pero había otros juegos organizados durante los años «libres», es decir, cuando no había Juegos Olímpicos.

Los juegos de Corinto

Corinto también tenía sus grandes acontecimientos deportivos: los juegos ístmicos, llamados así por la situación geográfica de la ciudad.

San Pablo conocía bien la ciudad, ya que se detuvo en ella en su segundo y tercer viaje. Probablemente permaneció allí varios años, alojado con un matrimonio cristiano, Priscila y Aquila. Algunos especialistas en historia antigua consideran probable que estuviera en Corinto al mismo tiempo que los juegos.

"Es probable que el apóstol, al igual que deseaba estar en Jerusalén durante las fiestas hebreas, predicara voluntariamente el Evangelio en el momento en que se celebraba en el istmo una reunión tan vasta", menciona el geólogo William Conybeare en una biografía de san Pablo publicada en el siglo XIX.

Metáforas deportivas en sus cartas

No en vano, las cartas a los Corintios contienen el mayor número de metáforas deportivas. La carrera, la lucha, el combate y la victoria son temas recurrentes a través de los cuales Pablo expresa tanto su visión del Evangelio como su deseo de transmitir el mensaje de Cristo de la manera más inteligible a quienes lo escuchan.

Tal vez asistiera a diversas competiciones, como carreras de cuadrigas, lanzamiento de jabalina, saltos de longitud, carreras pedestres y lucha. Conocía con certeza la recompensa prometida al gran vencedor, una corona de follaje.

"Todos los atletas en entrenamiento se imponen una disciplina estricta; ellos lo hacen para recibir una corona de laurel que se marchitará, pero nosotros lo hacemos por una corona que no se marchitará", escribió (1 Cor 9, 25).

En realidad, el vencedor de los juegos ístmicos recibía una corona de pino y no de laurel, lo que otras traducciones de la carta han mantenido, refiriéndose en su lugar a una "corona perecedera".

Pablo está convencido de que, para ir al Cielo, los cristianos deben ejercitar las mismas cualidades que son esenciales para que gane un atleta. Ambos necesitan perseverancia, tenacidad, valor y voluntad de vencer.

Como la vida de un atleta, la de un cristiano está hecha de esfuerzo y lucha. Pero es a estos últimos a quienes se promete la recompensa más gloriosa. "He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe", escribió Pablo a Timoteo al final de su vida.

No podemos probar que Pablo asistiera realmente a los juegos ístmicos de Corinto. Pero sabía mejor que nadie utilizar el deporte como un excelente medio para evangelizar a sus contemporáneos. A nosotros nos toca recoger el testigo.

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