Alrededor de Rembrandt gira una de las mayores curiosidades de la historia del arte. En la historia de la pintura y la escultura, la noción "de la naturaleza" se refiere a algo que ha sido representado según su modelo real, más que a la noción de "modelo natural", como en los cuadros de Watteau o los de Van Gogh, que a menudo pintaba en el campo. El inventario de sus bienes, elaborado en 1656 -a petición de Rembrandt, que estaba en bancarrota- menciona un "Cristo del natural".
Una referencia inquietante y paradójica: ¿cómo es posible pintar el retrato de Jesús a partir de su modelo real? La deslumbrante exposición del Museo del Louvre en 2011 intentó levantar el velo de este misterio y revelar al gran público la maravillosa contribución del pintor holandés a la iconografía religiosa.
Adentrarse en el misterio de la Encarnación
Bajo el pincel de Rembrandt, Cristo ya no es la figura única de majestad, hierática y ordenada, perfecta en todo, que era hasta entonces. En esta serie de retratos, triunfa la naturaleza humana, sin negar su divinidad, infinitamente perceptible en una mirada, una oración, una verdad inquietante que sobrepasa al hombre y permanece como el sello de Dios revestido de carne.
Superando los confines de un solo periodo, el siglo XVII, y de una sola región, los Países Bajos protestantes, Rembrandt invita al espectador a entrar en el cuadro como se entra en la oración, a meditar con la obra sobre el misterio de la Encarnación. Cristo, verdadero hombre y verdadero Dios, se convierte, en estos rasgos humanos, en amigo y consolador de todo aquel que contempla, en el cuadro, el Santo Rostro del Hijo de Dios.
Rembrandt reinventa la pintura religiosa y, con ella, explora en imágenes la kénosis divina por la que el Creador del mundo se despoja de sí mismo para unirse al hombre en su miseria, incluso hasta la muerte.
Aquí, el artista rompe con las imágenes achiopoéticas que inspiraron la pintura neerlandesa de los siglos XV y XVI para reinventar la imagen del Dios que amó tanto a los hombres que llegó a morir en una cruz por ellos.