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Alegre clínica de baloncesto para adultos con autismo

Basketball clinic for adults with autism - St. Joseph's Church - Maplewood, MJ
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John Touhey - publicado el 26/06/24
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Un singular programa deportivo parroquial para jóvenes adultos con autismo puede servir de modelo para comprometerse con una comunidad desatendida y prestarle servicios

Al acercarse al gimnasio parroquial de la iglesia de San José de Maplewood (Nueva Jersey), se pueden escuchar pelotas de baloncesto y gritos de alegría. Desde fuera, parece un entrenamiento de baloncesto normal, pero la escena en el gimnasio no es típica: jóvenes adultos con autismo profundo lanzando a canasta bajo la amable supervisión de estudiantes de secundaria y algunos supervisores adultos, envueltos en un ambiente de alegría.

Esta clínica de baloncesto comenzó en la primavera de 2022 a instancias de una feligresa llamada Mary Beth Walsh. Ella quería que su hijo Ben tuviera acceso a algunas de las cosas que se estaba perdiendo debido a su autismo. Necesitaba interacciones sociales regulares, un sentido de la orientación y algo divertido en su vida. Pensó que el baloncesto podía ser la respuesta.

High school students and supervising adults work with young adults with autism at St. Joseph's Church in Maplewood NJ
Estudiantes de secundaria y adultos supervisores trabajan con jóvenes adultos con autismo en la Iglesia de San José en Maplewood NJ.

"El deporte es un vehículo de inclusión y pertenencia, incluso para las personas que no son fáciles de incluir y que no sienten que pertenecen a muchos otros lugares", explicó Mary Beth a Aleteia.

Llamó por teléfono a un amigo, Gerry O'Connor, que dirigía los programas deportivos juveniles de la parroquia, y le propuso su idea del baloncesto.

"Veremos cómo funciona"

Gerry se resistió al principio. "No estudié educación especial", explica. De día era recaudador de fondos, pero no tenía experiencia trabajando con personas con autismo. Gerry le dijo a Mary Beth que no tenía ni idea de cómo debía gestionarse el tipo de programa que ella proponía.

"Yo tampoco lo sé", le dijo Mary Beth. "Tú trae algunos entrenadores; yo traeré algunos jugadores y veremos cómo funciona".

Hasta ahora ha funcionado bastante bien. Ahora hay unos 12 jóvenes de ambos sexos con autismo profundo que participan regularmente en la clínica de baloncesto de San José. Se reúnen durante ocho semanas cada primavera y otoño.

High school students and supervising adults work with young adults with autism at St. Joseph's Church in Maplewood NJ - Dribbling practice
Dribbling practice

Las actividades son sencillas. Durante una hora, los participantes reciben clases individuales de baloncesto y realizan ejercicios en grupo que hacen hincapié en aspectos fundamentales como el pase, el regate y el tiro. Gerry y sus entrenadores han ido aprendiendo sobre la marcha, identificando las necesidades individuales de cada jugador y averiguando qué les funciona.

Por ejemplo, algunos de los participantes prefieren tirar a canasta durante toda la hora, y eso está bien. Los entrenadores se encuentran con los jugadores donde están y siempre son muy comprensivos y alentadores.

Un entorno acogedor

"Todos los entrenadores y todos los voluntarios son acogedores", afirma Pat Miller, cuyo hijo John asiste a la clínica desde el principio. Como los demás participantes, John padece autismo profundo, lo que significa que se enfrenta a retos cognitivos y posee habilidades lingüísticas limitadas.

Pat está impresionada por la forma en que los voluntarios, que no tienen experiencia previa de trabajo con adultos con autismo, son capaces de relacionarse con su hijo:

"Trabajan con él, le imitan, le enseñan lo que tiene que hacer. Le elogian cuando lo hace bien. Y realmente se toman el tiempo de conocer a cada jugador individualmente para asegurarse de que tiene éxito en la clínica. Es algo emocionante, porque lo único que quieren nuestros hijos e hijas es poder formar parte de algo".

Coach Gerry O'Connor addresses the clinic participants
Coach Gerry O'Connor addresses the clinic participants

Stephanie Fritsch, que lleva a su hijo Jackson, de 24 años, a la clínica, se mostró de acuerdo:

"Muchas personas con autismo durante sus años de educación se mantienen bastante aisladas. Trabajan uno a uno con la gente y nunca tienen realmente la oportunidad de formar parte de una experiencia de grupo que sí tienen la mayoría de los jóvenes típicos".

Conduce media hora en hora pico para llevar a su hijo. Otros padres hacen más de una hora de camino, pero todos creen que merece la pena. "Hay una necesidad desesperada de programas para adultos una vez que cumplen 21 años", dice Stephanie.

"Los programas desaparecen, o se convierten en programas en los que las personas con autismo profundo no pueden participar, como las noches sociales, en las que la gente conversa y toma café. Eso no funciona para la mayoría de las personas del espectro, así que viajamos por todas partes. Es agotador, pero no sabes lo bien que me siento al estar aquí y ver a mi hijo".

Una gran oportunidad

Alexis, de 30 años, estaba radiante cuando habló de su participación en la clínica. "Me gusta mucho estar aquí", dijo. "Me gusta jugar con mis amigos y pasármelo bien". Estaba triste porque la temporada actual había llegado a su fin, pero esperaba con impaciencia la clínica de otoño.

Paul, otro participante, dijo que esta era su primera temporada en el programa y que sin duda volvería.

"Es una gran oportunidad para socializar y jugar al baloncesto. Creo que hacer esto me ha motivado mucho en cuanto a tener práctica social y poder ilusionarme con algo que me gusta."

Los entrenadores adultos y los adolescentes voluntarios también valoran su tiempo en la clínica. Un estudiante de secundaria, Simon, confesó que había estado "estresado" cuando se ofreció voluntario por primera vez, sin saber qué esperar, pero que se había llevado una grata sorpresa: "Cuando juegas en la cancha con estos chicos, ves lo mucho que disfrutan. Y eso es algo inesperado, pero increíble".

Gerry O'Connor lo expresa de forma muy sencilla: "Es lo más gratificante que he hecho en 35 años de entrenador". Él y Mary Beth Walsh tienen la esperanza de que lo que está ocurriendo en St. Joseph inspire programas similares para jóvenes adultos con autismo.

La arquidiócesis de Newark ha tomado nota. "Otras parroquias deberían seguir el ejemplo de San José", afirmó la Dra. Anne Masters en un comunicado. Ella es la directora de la Oficina Arquidiocesana de Pastoral con Personas Discapacitadas. La Dra. Masters señaló que se podría recurrir a muchos otros tipos de actividades para que las personas con discapacidad se comprometan con los demás.

"Hay otras grandes ideas de intereses compartidos para jóvenes adultos con y sin discapacidad, como la música, los juegos, la codificación, el dibujo, los trenes a escala, etc."

Pizzas y trofeos

St. Joseph Basketball Clinic - presentation of trophies

Como era la última noche de la clínica de primavera, Gerry tenía una sorpresa para sus jugadores. Sacaron una mesa con trofeos y montones de pizzas. Al ver cómo los entrenadores entregaban los premios a cada uno de los participantes mientras sus padres los aclamaban, parecía que el mayor valor del programa podían ser los lazos de amistad que ha creado entre todos.

Uno de los padres que miraba tenía una opinión ligeramente diferente. "Baloncesto, pizzas y trofeos", me dijo. "No hay nada mejor que eso".

Paul, Ben, Alexis, John, Jackson y todos sus amigos están de acuerdo.

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