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¿Cómo se reconoce un milagro en la Iglesia?

Pope Francis during his weekly general audience in saint peter's square - June 22 2022
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Anna Kurian - publicado el 31/05/24 - actualizado el 08/08/24
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El procedimiento clásico para las beatificaciones y canonizaciones, establecido por el Papa Benedicto XIV en el siglo XVIII y que se sigue utilizando hoy en día, exige el reconocimiento de un milagro. He aquí una explicación de este procedimiento, que puede durar varios años, y para el que la Iglesia es extremadamente prudente, recurriendo a la ayuda de científicos y teólogos

Salvo algunas excepciones, como los mártires, la Iglesia no reconoce a los beatos o santos si no hay un milagro físico -no se tienen en cuenta las afecciones psicológicas o neurológicas- atribuido a su intercesión. Para beatificar o canonizar a un bautizado, "no basta con tener un expediente bien construido, tiene que haber un signo que no dependa de nosotros, que venga de Dios. Una confirmación que nos ofrece la Providencia", explica el padre Bernard Ardura, presidente emérito del Pontificio Comité para las Ciencias Históricas y postulador de la causa de canonización de Charles de Foucauld.

En la larga marcha hacia el reconocimiento de un milagro, primero hay que encontrar un hecho que no pueda explicarse científicamente. Aunque haya milagros "técnicos", como "escapar de un peligro", un porcentaje muy elevado son curaciones, afirma el religioso premonstratense francés.

La investigación diocesana

La primera parte del procedimiento oficial, la investigación canónica, tiene lugar en la diócesis donde se ha producido el presunto milagro. El obispo, contactado por el postulador, debe constituir un tribunal de información -formado por el obispo o un delegado, un promotor de justicia, un notario, un secretario y un médico- que reúne toda la documentación. Se nombra a dos médicos -o ingenieros, según el caso- para que examinen de forma independiente a la persona beneficiaria del "presunto milagro". Su testimonio será escuchado por el tribunal. En particular, es necesario establecer que la recuperación es completa, duradera y sin recidivas, cuando el pronóstico era desesperanzador.

También se escuchará a los testigos del suceso, así como a los testigos de las oraciones dirigidas específicamente a esta persona venerable o beata. El elemento científico no basta. "Los milagros son una categoría teológica. Solo pueden ocurrir si se piden", subraya el padre Ardura. Una vez escuchados todos, el expediente se envía a Roma.

Las etapas romanas

En primer lugar, el Dicasterio para las Causas de los Santos comprueba todos los documentos del caso para emitir el decreto de validez legal. Una vez obtenido este documento, el postulador debe preparar la primera parte de la "positio", una tesis que contiene los hechos y testimonios que prueban que se trata de un hecho científicamente inexplicable que puede calificarse de milagro.

La parte técnico-médica de la "positio" es examinada en primer lugar por dos científicos independientes. Si sus dos opiniones coinciden, el caso pasa a la "Consulta medica": un comité de 7 médicos que deben dar su opinión sobre el caso. "Queremos unanimidad, pero aceptamos que haya una o dos voces que no compartan totalmente la opinión de los demás", explica el Padre Ardura.

Si el caso se reconoce como "inexplicable", el aspecto religioso del caso, que contiene testimonios de oraciones, peticiones de intercesión y posibles recomendaciones espirituales, se confía a 9 consultores teólogos. Ellos deben decidir si se trata de un milagro de Dios obtenido por intercesión del Venerable o Beato

Hasta el pontífice

La positio que contiene los resultados de todas las comisiones se somete a los cardenales y obispos miembros del dicasterio, que darán su dictamen final. Es este dictamen el que finalmente presenta al Papa el prefecto del Dicasterio, actualmente el cardenal Marcello Semeraro. El Papa aprueba entonces la publicación de un decreto que atestigua que se trata efectivamente de un milagro, abriendo la puerta a la beatificación o la canonización.

Generalmente, el proceso diocesano dura unos meses, mientras que las etapas romanas pueden durar entre dos y cuatro años. ¿Son raros los milagros? Aunque la Iglesia es prudente y solo reconoce unos pocos al año, siguiendo procedimientos exigentes, "se trata de una ínfima minoría en comparación con todo lo que ocurre en el mundo", afirma el padre Ardura.

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