Los católicos tenemos una madre en el cielo que nos ayuda en todo momento. Siempre que acudimos a Ella recibimos respuesta. Los grandes santos han amado a la Virgen María y dan testimonio de ello. Basta recordar a san Juan Bosco, quien nunca quedó defraudado cuando pedía ayuda a María Auxiliadora.
De la misma manera, con gran confianza podemos acudir a la Santísima Virgen, con la seguridad de que intercederá por nosotros ante su Hijo, como lo hizo en las bodas de Caná:
"Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga».
(Jn 2, 1-5).
Invoquemos a María Santísima con amor.
Invocación a la Virgen María
María, hija de Israel, tú has proclamado la misericordia ofrecida a los hombres, de edad en edad, por el amor misericordioso del Padre.
María, Virgen Santa, Sierva del Señor, tú has llevado en tu seno el fruto precioso de la Misericordia divina.
María, tú que has guardado en tu corazón las palabras de salvación, testimonias ante el mundo la absoluta fidelidad de Dios a su amor.
María, tú que seguiste a tu Hijo Jesús hasta el pie de la cruz con el fiat de tu corazón de madre, te adheriste sin reserva al servicio redentor.
María, Madre de misericordia, muestra a tus hijo el Corazón de Jesús, que tú viste abierto para ser siempre fuente de vida.
María, Madre atenta a los peligros y a las pruebas de los hermanos de tu Hijo, tú no cesas de conducirles por el camino de la salvación.
Amén.