Cada vez se acerca más el nacimiento del Niño Dios, por eso nos estamos preparando con el Adviento, porque no debe ser una Navidad más la que celebremos, sino una muy especial porque vendrá el Salvador del mundo. Oremos y encendamos nuestra segunda vela.
Segundo domingo de Adviento
La alianza con Noé.
Para empezar:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Se enciende la vela del domingo anterior, recordando que existía un poco de luz por la promesa del Salvador, a pesar del pecado de Adán y Eva.
Entonces el Señor dijo a Noé: «Entra en el arca, junto con toda tu familia, porque he visto que eres el único verdaderamente justo en medio de esta generación. Lleva siete parejas de todas las especies de animales puros y una pareja de los impuros, los machos con sus hembras - también siete parejas de todas las clases de pájaros– para perpetuar sus especies sobre la tierra. Porque dentro de siete días haré llover durante cuarenta días y cuarenta noches, y eliminaré de la superficie de la tierra a todos los seres que hice». Y Noé cumplió la orden que Dios le dio.
Cuando las aguas del Diluvio se precipitaron sobre la tierra, Noé tenía seiscientos años. Entonces entró en el arca con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del Diluvio. Y los animales puros, los impuros, los pájaros y todos los seres que se arrastran por el suelo, entraron por parejas con él en el arca, como Dios se los había mandado.
A los siete días, las aguas del Diluvio cayeron sobre la tierra. Noé tenía seiscientos años, y era el decimoséptimo día del segundo mes. Ese día, desbordaron las fuentes del gran océano y se abrieron las cataratas del cielo. Y una fuerte lluvia cayó sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches. Ese mismo día, habían entrado en el arca Noé, sus hijos, Sem, Cam y Jafet, su mujer y las tres mujeres de sus hijos; y junto con ellos, los animales de todas las especies: las fieras, el ganado, los reptiles, los pájaros y todos los demás animales con alas.
Todas las clases de seres que están animados por un aliento de vida entraron con Noé en el arca; y lo hicieron por parejas, machos y hembras, como Dios se lo había ordenado. Entonces el Señor cerró el arca detrás de Noé.
El Diluvio se precipitó sobre la tierra durante cuarenta días. A medida que las aguas iban creciendo, llevaban el arca hacia arriba, y esta se elevó por encima de la tierra. Las aguas subían de nivel y crecían desmesuradamente sobre la tierra, mientras el arca flotaba en la superficie. Así continuaron subiendo cada vez más, hasta que en todas partes quedaron sumergidas las montañas, incluso las más elevadas. El nivel de las aguas subió más de siete metros por encima de las montañas.
Entonces perecieron todos los seres que se movían sobre la tierra: los pájaros, el ganado, las fieras, todos los animales que se arrastran por el suelo, y también los hombres. Murió todo lo que tenía un aliento de vida en sus narices, todo lo que estaba sobre el suelo firme. Así fueron eliminados todos los seres que había en la tierra, desde el hombre hasta el ganado. los reptiles y los pájaros del cielo. Sólo quedó Noé y los que estaban con él en el arca. Y las aguas inundaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días.
Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con él en el arca. Hizo soplar un viento sobre la tierra, y las aguas empezaron a bajar. Se cerraron las fuentes del océano y las compuertas del cielo, y cesó la fuerte lluvia que caía del cielo.
Poco a poco las aguas se fueron retirando de la tierra; y al cabo de ciento cincuenta días ya habían disminuido tanto, que el decimoséptimo día del séptimo mes, el arca se detuvo sobre las montañas de Ararat. Así continuaron disminuyendo paulatinamente hasta el décimo mes; y el primer día del décimo mes aparecieron las cimas de las montañas.
Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca. Después soltó una paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo con él en el arca.
Luego esperó siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca. Esta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían terminado de bajar. Esperó otros siete días y la soltó nuevamente. Pero esta vez la paloma no volvió. La tierra comenzó a secarse en el año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día del mes. Noé retiró el techo del arca, y vio que la tierra se estaba secando. Y el vigesimoséptimo día del mes, la tierra ya estaba seca.
Entonces Dios dijo a Noé: «Sal del arca con tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. Saca también a todos los seres vivientes que están contigo –aves, ganado o cualquier clase de animales que se arrastran por el suelo– y que ellos llenen la tierra, sean fecundos y se multipliquen», Noé salió acompañado de sus hijos, de su mujer y de las mujeres de sus hijos. Todo lo que se mueve por el suelo; todas las bestias, todos los reptiles y todos los pájaros salieron del arca, un grupo detrás de otro.
Luego Noé levantó un altar al Señor, y tomando animales puros y pájaros puros de todas clases, ofreció holocaustos sobre el altar. Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: «Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. De ahora en adelante, mientras dure la tierra, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche».
(Luego la siguiente explicación):
En la historia de Noé, se ve cómo el pecado se fue extendiendo en el mundo, mientras los hombres se olvidaban cada vez más de su amor y mandamientos. El arca de Noé nos recuerda el deseo de Dios de salvar a los hombres. El arcoíris es el símbolo que nos recuerda el amor de Dios hacia los hombres.
Vela
Se enciende la segunda vela, que es la vela de la promesa de Navidad, de la promesa de la venida del Salvador.
Oración
Te pedimos que nos ayudes a no alejarnos de Ti por las cosas materiales, las prisas, los regalos. Te pedimos que nos ayudes a vivir cerca de Ti estos días y siempre.
Reflexión
Se hacen algunas preguntas relacionadas con la lectura del Génesis y del Arca de Noé.
Luego pensamos: en la familia ¿qué nos está alejando de Dios en estos momentos? ¿A qué le estamos dando mayor importancia en nuestra vida?
Propósitos
Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia puede compartir cuáles son sus propósitos para mejorar en la semana.
Para terminar
Te damos gracias, Señor, por mandarnos a tu Hijo a salvarnos y te pedimos ayuda para preparar nuestro corazón para su venida. Amén.
Cantar: "Vienen con alegría" o un canto parecido.