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¿Sabías que existen seminaristas que viven con sus familias?

Lanzando las redes: "Promoción vocacional Celaya"
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Mónica Muñoz - publicado el 17/11/23
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La Iglesia comienza en la casa, por eso se le llama doméstica. Ahora también hay seminaristas que empiezan su camino dentro de sus familias.

Sin sacerdotes no hay Eucaristía, esa es la realidad de la Iglesia católica. También es realidad que la vocación se descubre dentro de la vida cotidiana, la cual transcurre dentro de la familia en la que nacemos. Los formadores de seminaristas lo han entendido, y por eso, han apostado por una novedosa propuesta.

¿Qué es el SEMFAM?

En entrevista para Aleteia, el Pbro. Omar Sánchez, promotor vocacional del Seminario Diocesano de Celaya, nos cuenta que el programa de los Seminaristas en Familia (SEMFAM) es una experiencia de discernimiento vocacional enfocada a jóvenes y adolescentes que están en secundaria, preparatoria o incluso en su carrera universitaria para que, al concluir sus estudios, ingresen al Seminario, si es que así lo desean.

No todas las diócesis lo tienen y muchos ya ni siquiera optan por los seminarios menores (la etapa de preparatoria), sin embargo, en opinión del P. Omar, "es algo muy bueno y rescatable, sobre todo porque, aunque no se enfoca directamente en la vocación sacerdotal -obviamente un niño que entra al seminario menor, no necesariamente tiene que ser sacerdote-, sí lo hace en formar cristianos para la vida y la sociedad", porque hoy, no existe un lugar donde se les brinde este tipo de formación, señala el sacerdote.

Los chicos pueden ingresar desde los 12 años, cuando están iniciando secundaria, hasta la etapa universitaria. Con la pandemia se acabó la experiencia en Celaya, pero ahora tienen 52 SEMFAM, que continúan por obra de Dios y por la oración de quienes apoyan el proyecto.

¿Cómo apoya el Seminario a estos jóvenes?

Comenta el P. Sánchez que el SEMFAM atiende las cuatro dimensiones propias de la persona: humana, espiritual, académica -intelectual y pastoral- y apostólica. Los chicos acuden una vez al mes al seminario y es donde se les fomentan actividades enfocadas en estos cuatro rubros, tales como convivencias, atención psicológica para el desarrollo de emociones y habilidades, clases de ortografía y redacción, dirección espiritual, confesión y momentos de comunidad con las personas vulnerables, como visitar al asilo de ancianos y dar comida a las personas que están afuera del hospital.

El apoyo de las familias es insustituible

Como su nombre lo dice, las familias de los SEMFAM se encargan también de la formación de los aspirantes. Los sacerdotes tienen reuniones con los papás para darles herramientas en las mismas dimensiones que a los chicos para que puedan ayudarlos a realizar mejor su discernimiento. El trabajo está en que las familias se comprometan a cuidar la vocación de sus hijos, y no se queden como espectadores aislados. Y ocurre en muchas ocasiones que Dios llama a la familia completa a través de uno de ellos, transformando la vida de todos.

Ordenaciones fruto del SEMFAM

La experiencia SEMFAM inició en julio de 2014, adaptada de la que se vive en Guadalajara. De la primera generación, hay un joven que está en cuarto de Teología y que se ordenará como diácono el próximo año. Actualmente, el curso introductorio tiene 18 jóvenes, 12 de los cuales son SEMFAM; y al seminario menor ingresaron 15. A ellos se integrarán también los chicos que tienen la inquietud de conocer el seminario, y que llegan por otros medios. Por supuesto, destacan aquellos a los que se les ha brindado atención y cuidado durante la etapa con sus familias.

Una gran experiencia

Menciona el P. Omar que vivir esta experiencia ayuda a los niños y jóvenes a crecer humana, espiritual y académicamente. Se enfoca en los valores cristianos y humanos, pero sobre todo en responder a Dios en la vocación a la que fueron llamados.

"Aquí ha habido chicos del SEMFAM que han dicho 'Padre, yo me doy cuenta de que no es mi camino y ya decidí que es por el matrimonio' eso es un ejercicio de discernimiento y aunque no se queden, el SEMFAM hizo su trabajo".

También les ha tocado conducir a jóvenes a las casas de vida religiosa. "En agosto pasado dirigí a dos con los Misioneros de Guadalupe y, a Dios gracias, siguen por allá con ellos", añade el padre. Es en las entrevistas donde detectan que su camino no es como diocesanos, y no por tener números van a retenerlos. Se trata de ayudar a la gente a que esté donde tenga que estar, "porque se trata de responderle a Dios", afirma el promotor vocacional.

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