Tercer viernes de mes: oramos al Sagrado Corazón de Jesús, recordando que hay que confesarse, ir a Misa y comulgar para alcanzar las promesas del Señor, hechas a Santa Margarita María Alacoque.
Oración inicial
Oh Dios, que en el corazón de tu hijo herido por nuestros pecados has depositado infinitos tesoros de caridad, te pedimos que al rendirle el homenaje de nuestro amor le ofrezcamos una cumplida reparación por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Tercer viernes
Promesa: pondré paz en las familias. Bendeciré los lugares donde se venere la imagen de mi Corazón.
Ofrecimiento
Jesús amantísimo, que prometiste bendecir las casas donde se venere la imagen de tu Sagrado Corazón, yo quiero que ella presida mi hogar; te ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por tus méritos y por la intercesión de tu Santa Madre que todos y cada uno de los miembros de mi familia conozcan sus deberes; los cumplan fielmente y logren entrar en el cielo, con las manos llenas de buenas obras.
¡Oh Jesús, que te complaces en alejar de nuestro hogar las disensiones, las enfermedades y la miseria! Haz que nuestra vida sea una acción no interrumpida por tantos beneficios. Amén.
Oración después de la comunión
Jesús mío dulcísimo, que en tu infinita dulcísima misericordia prometiste la gracia de la perseverancia final a los que comulguen en honra de tu Sagrado Corazón los nueve primeros
viernes de mes seguidos; acuérdate de esta promesa y a mí, indigno siervo tuyo que acabo de recibirte sacramentado con este fin e intención, concédeme que muera detestando todos
mis pecados, creyendo en ti con fe viva, esperando en tu inefable misericordia y amando la bondad de tu amantísimo y amabilísimo corazón. Amén.
V. En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado,
R. el corazón amoroso de Jesús Sacramentado.
Oración final
Jesús mío, te doy mi corazón, te consagro toda mi vida, en tus manos pongo la eterna suerte de mi alma y te pido la gracia especial de hacer mis nueve primeros viernes con todas las disposiciones necesarias para ser partícipe de la más grande de tus promesas, a fin de tener la dicha de volar un día a verte y gozarte en el cielo. Amén.