Te casas y por fin formas la familia que tanto soñaste, pero hay un factor muy importante con el que no contabas: ¡tus suegros!
Existe una frase que dice: "El noviazgo es para conocerse, no para quererse". Esta es la etapa más importante de todas, ya que es ahí en donde vas a ir conociendo las virtudes y los defectos de tu pareja, pero también es en donde vas a conocer su entorno: familia, amigos y compañeros de trabajo.
Algunas veces pasa que mientras estamos en la relación de noviazgo no alcanzamos a percibir las banderas rojas de la familia de tu futuro conyugue; es hasta que nos casamos que podemos ver y darnos cuenta en donde nos metimos y con quienes. Aleteia consultó con el psicólogo Arturo Merino acerca del tema y esto fue lo que nos compartió.
Temor por parte de los padres
«No hay que generalizar el tema de los suegros, en especial de las suegras, ya que no todas son malas. Generalmente cuando empezamos una relación, el hecho de conocer a los papás de tu pareja hace que todo sea más formal, y por ende, ambas partes se sienten más comprometidas, entonces, puede existir una 'preocupación' por parte de los papás al ver que sus hijos están formalizando cada vez más la relación y se pueden llegar casar, pero la verdadera preocupación está en descubrir si es o no la persona correcta para sus hijos. Es ahí en donde comienzan las actitudes extras o incómodas que se pueden llegar a mal interpretar haciendo ver a los padres de la otra persona como 'malos'».
El experto también nos comparte que existen diferentes tipos de suegras: «Están las suegras aprensivas, las que quieren ver por el resto de la vida a sus hijos como unos niños y que creen que ninguna mujer será suficiente para estar con ellos, a esto lo suelen llamar 'amor materno', pero es un error porque se comienza a desequilibrar la sana convivencia convirtiéndose así en una persona 'entrometida', y si el hijo no sabe poner límites a eso, la relación puede llegar incluso a terminar», comenta.
Se dice que las relaciones de pareja siempre tienen más conflictos cuando se trata de las suegras, o cuando un tercero viene a querer intervenir en la vida de los enamorados, por ello, Arturo ofrece las siguientes recomendaciones:
«Hay casos en donde las madres creen tener el derecho y el conocimiento suficiente para decirles a sus hijos lo que tienen que hacer y cómo hacerlo, y si no se hacen las cosas conforme a sus 'consejos', se vuelve una bomba de tiempo para que las suegras se conviertan en una pesadilla. Lo mejor que se puede hacer es dialogar en pareja acerca del conflicto que se comienza a detectar y llegar a acuerdos que ambos cumplan; posterior a eso, es necesario que el hijo le establezca límites a la mamá, ya que debe dejar muy en claro cuál es su prioridad».
Consejos para una convivencia sana con los suegros:
1No hables de tu intimidad
Por nada del mundo platiques con tus suegros acerca de los problemas que tienes en casa, ya sean cosas personales o de pareja, eso puede provocar que se formen ideas malas y tomen partido por alguno de los dos, recuerda que la ropa sucia se lava en casa.
2No te enganches
Evita contradecir a tus suegros y entrar en temas controversiales que sabes que pueden terminar mal; en caso de que el problema sea contigo o se trate de ti, trata de escuchar con paciencia y que siempre haya un testigo y mediador de por medio. ¡No te enganches!
3No hables mal de tus suegros
Así tengas a los "peores" suegros evita a toda costa hacer comentarios acerca de ellos, a fin de cuentas tu pareja nunca dejará de ser su familia.
4Busca algo en lo que puedan congeniar
Trata de encontrar algo que los acerque, los una y les de, por lo menos, un tema de conversación para que puedan conocerse mejor y romper las malas ideas por la otra persona.
5Establece límites sanos
Recuerda que el poner límites no significa reeducar a la otra persona; son puntos claros que debes exponer para protegerte a ti mismo y poder llevar una sana convivencia. Habla con respeto, de manera clara y directa de lo que no te gusta, de lo que te lastima y de lo que quisieras.
Recuerda que...
«No existen las relaciones perfectas, todo es en base a tiempo, esfuerzo y trabajo en equipo. Recuerda que si tienes una suegra que te apoya, te quiere y se preocupa por ti, haz ganado una segunda madre, pero eso se logra compartiendo tiempo, siendo honestas a la hora de la convivencia; e insisto, los límites son necesarios para la sana convivencia. No es una regla de oro que tu suegra tenga que ser mala, antes que nada, recuerda que es un ser humano como tú, con su propia historia».