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Mons. José Gómez: “Estamos logrando un cambio maravilloso”

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Luisa Restrepo - publicado el 15/02/23
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En nuestra serie de Pensadores cristianos de nuestro tiempo, hoy entrevistamos al hasta hace poco presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos

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Monseñor José Horacio Gómez nació en Monterrey, México, el 26 de diciembre de 1951. Es teólogo, filósofo, científico, contable y bachiller en artes.

Fue ordenado sacerdote del Opus Dei en el año 1978. Sirvió pastoralmente en distintos lugares, y entre 2001 y 2004 fue obispo auxiliar de Denver. Entre 2004 y 2010 fue arzobispo de San Antonio, Texas y dede 2011 es el arzobispo de Los Ángeles. 

En la Curia Romana fue miembro de la Comisión Pontificia para América Latina y actualmente pertenece al Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales. Desde noviembre de 2019 hasta el 15 de noviembre de 2022 ha sido presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos.​

En Aleteia conversamos con él para conocer un poco más su pensamiento y su actividad evangelizadora dentro de la Iglesia:

- ¿Cuál es el centro de su pensamiento y carisma dentro de la Iglesia?

El centro de nuestro llamado como Iglesia es la evangelización. La Iglesia existe para evangelizar.

Todos nosotros en la Iglesia –obispos, sacerdotes, diáconos, hombres y mujeres religiosos y consagrados, seminaristas y laicos de todas las profesiones y condiciones sociales–, todos tenemos responsabilidades en esta misión.

La Iglesia existe para evangelizar

Tenemos la gran bendición en Los Ángeles de que nuestra Iglesia está viva, es joven, vibrante y en crecimiento.

El Evangelio ha dado mucho fruto aquí. Hoy somos la Iglesia particular más grande y diversa de nuestra nación. Dios continúa permitiéndonos crecer con el bautismo de miles de niños cada año.

La Iglesia es el centro y el alma de nuestra ciudad secular. ¿Cómo? Señalando a nuestro prójimo hacia Dios y protegiendo la santidad de la persona humana. Y ello a través de nuestros esfuerzos de educación, defensa y cuidado de aquellos que están en necesidad.

Monseñor Gómez

- Para usted, ¿cuáles son los principales desafíos para la fe en el mundo de hoy?

Vivimos en una cultura mediática, ruidosa y llena de distracciones. Y nuestra sociedad se ha movido de manera decisiva y rápida hacia un secularismo intransigente. De esta manera, las normas y los valores tradicionales están siendo puestos a prueba como nunca antes. Hay una lucha por el corazón humano.

Vivimos en una cultura mediática, ruidosa y llena de distracciones

Este cambio de época es un momento apostólico, una nueva puerta de entrada para el Evangelio.

Todos los que formamos parte de la Iglesia estamos llamados a una conversión más profunda.

Todos nosotros estamos llamados a intensificar nuestro esfuerzo y a abrir todas las puertas para Jesucristo, para hacer brillar su luz en todas las áreas de nuestra cultura y de nuestra sociedad, con el fin de conducir a todos los corazones a un nuevo encuentro con el Dios vivo.

Tenemos que recordar que la gran mayoría de nuestros prójimos creen todavía en Dios. No es inevitable que nuestro país caiga en el secularismo.

Decenas y decenas de millones de católicos sirven todavía a Dios cada día, y estamos logrando un cambio maravilloso en la vida de este país.

A lo largo y ancho de todo este país, los católicos dan testimonio de esa promesa de Estados Unidos que dice que todos los hombres y mujeres fueron creados iguales. Que todos somos hermanos y hermanas que vivimos bajo la protección de un Dios que nos ama.

- ¿Nos puede contar un poco acerca de sus publicaciones y de sus principales intereses y desafíos pastorales en la diócesis de Los Ángeles?

Mis publicaciones se han enfocado en varios de los desafíos que afrontan nuestras comunidades debido al secularismo, mejor dicho la descristianización, de nuestra sociedad. Cuanto más nos alejamos de Dios, más desafíos enfrentamos.

He escrito libros sobre las vocaciones sacerdotales y los retos que enfrentamos para formar buenos hombres de fe, sobre la inmigración y el impacto humano de la falta de una reforma migratoria en EE.UU. y sobre cómo prepararnos para la muerte en esta sociedad moderna con cambios de valores y nuevas tecnologías o tratamientos médicos que no toman en cuenta el respeto de la vida humana.

Cada uno de nosotros somos hijos e hijas de Dios, y estamos llamados a proteger cada vida humana

Escribí una carta pastoral en el 2016 llamada Ustedes nacieron para cosas más grandes para recordarnos que cada uno de nosotros hemos sido creados por Dios. Este es el hermoso misterio que se encuentra en el corazón de la existencia humana.

Cada vida es importante, cada uno de nosotros somos hijos e hijas de Dios, y estamos llamados a proteger cada vida humana.

Es ese llamado el que nos impulsa como Iglesia a compartir el amor misericordioso de Nuestro Señor con aquellos que están sufriendo y están siendo desechados por nuestra sociedad.

Los más necesitados

Uno de los desafíos más grandes en nuestra arquidiócesis es que muchos están sufriendo por falta de un hogar.

El impacto económico de la pandemia ha sido tan fuerte que muchos se encuentran sin hogar o sufriendo por cómo pagar los gastos que siguen subiendo cada día.

Nuestras parroquias y ministerios arquidiocesanos establecieron programas para ayudar a los más necesitados durante la pandemia. Y me interesa poder extender estos programas para poder ayudar aún a más personas. 

Los inmigrantes

También seguiremos caminando con nuestra comunidad inmigrante para recordarles que no pierdan la esperanza. Recordarles que su Iglesia seguirá luchando para poder llegar a una reforma migratoria.

Todos los problemas y desafíos que estamos enfrentado son indicadores de un problema más profundo: nuestra sociedad ha perdido el sentido de cuál es la verdad acerca de la preciosa naturaleza y dignidad de la persona humana. 

Nuestra sociedad ha perdido el sentido de cuál es la verdad acerca de la preciosa naturaleza y dignidad de la persona humana

Esta es la razón de ser de mi carta pastoral centrada en las palabras de la venerable María Luisa Josefa del Santísimo Sacramento: "Has nacido para cosas más grandes".

Como proclamé a nuestro pueblo de fe en esta carta hace seis años, sigo convencido de que en estos momentos es urgente redescubrir estas "cosas más grandes" para las cuales nacimos.

En una sociedad en la que la realidad de Dios y el significado de la persona están ahora siendo cuestionadas, tenemos que reclamar y re-proponer la imagen de la persona humana que encontramos en el corazón del Evangelio. Y lo haremos por medio de la evangelización.

Los jóvenes

Otra importante prioridad para mí es la formación de nuestros jóvenes para que sean "discípulos misioneros".

Los jóvenes son el futuro de nuestra Iglesia y del mundo. Tenemos que ayudarles a filtrar todo el ruido dentro de nuestra sociedad que impide escuchar a Dios.

Tenemos que ayudarles a abrir sus corazones a Jesucristo para escuchar el llamado de nuestro Señor.

Tenemos que ayudarles a filtrar todo el ruido dentro de nuestra sociedad que impide escuchar a Dios

En la arquidiócesis de Los Ángeles tenemos eventos dedicados a profundizar la fe de nuestros jóvenes. Como el evento Servicio Cristiano por la Vida (Christian Service for Life). En él cientos de nuestros jóvenes se reúnen para celebrar la dignidad de cada vida humana y ser la voz de los más necesitados.

También tenemos los eventos City of Saints (ciudad de santos). Y el día de los jóvenes en el Congreso de Educación Religiosa. En él, los jóvenes celebran su fe católica abiertamente y se abren al llamado de ser santos compartiendo el amor misericordioso de Dios.

En todos estos eventos los jóvenes escuchan el llamado de Dios en sus vidas para discernir su vocación, ya sea a una vida laica, sacerdotal o religiosa.

Es importante plantar esa semilla de inspiración y nutrirla para que llegue a dar fruto en los futuros sacerdotes, religiosos y líderes laicos de nuestra Iglesia.

Mi deseo es poder proveer estos encuentros para nuestros jóvenes donde ellos pueden experimentar el amor de Dios y saber que no están solos. Porque Jesucristo está siempre con ellos y quiere que hagan del mundo un lugar mejor.

Con Cristo en sus corazones serán la chispa que puede inflamar a los demás a cambiar el mundo.

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