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El joven jesuita que predijo un huracán por primera vez

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Andrea Gibbs - publicado el 21/10/22
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Se trata de Benito Viñes, un joven sacerdote jesuita que es el fundador de la meteorología tropical

Mucho antes de que hubiera actualizaciones televisadas sobre huracanes o informes meteorológicos en tiempo real en la pantalla de nuestros smartphones, un joven sacerdote jesuita, en Cuba, tenía la misión de predecir patrones climáticos peligrosos para salvar vidas.

A finales de 1800 había poco conocimiento de la ciencia detrás de las tormentas tropicales y el padre Benito Viñes estaba decidido a hacer un cambio.

Carlos Benito José Viñes Martorell (1837-1893) llegó a La Habana en 1870 para comenzar a trabajar en el Colegio Jesuita local. Benito había sido destinado como director del Observatorio Magnético y Meteorológico del Real Colegio de Belén.

Se sorprendió cuando, ocho meses después de su llegada, golpeó un huracán y arrancó el techo de la sala del tercer piso del Observatorio. El padre Viñes comenzó a estudiar las tormentas tropicales desde todos los ángulos posibles, comenzando con observaciones meteorológicas detalladas.

Primera predicción correcta

Pronto se estableció un estricto programa de informes meteorológicos, con 10 informes diarios registrados en función de sus observaciones del clima durante todo el día.

Estos informes por hora incluían presión barométrica, evaporación, lluvia, temperatura, humedad relativa, dirección y velocidad del viento y formación de nubes. En 1875, solo cinco años después de su llegada a Cuba, Viñes hizo la primera predicción precisa de un huracán registrada. La reputación de Viñes comenzó a crecer con su precisión al predecir otro gran huracán el año siguiente.

En 1876, por consejo de Viñes, los puertos locales se cerraron cuando se acercaba otro huracán monstruoso. El capitán del velero Liberty se negó a escuchar los consejos del padre Benito y salió del puerto. El barco se hundió, estableciendo aún más la credibilidad del Padre en este campo de la investigación meteorológica.

Ese mismo año se inició un proyecto para crear una red de estaciones meteorológicas en toda la zona utilizando corredores y mensajeros a caballo, así como informes telegráficos. Sus informes meteorológicos pronto se publicaron en las cercanas islas del Caribe, lo que ayudó a salvar innumerables vidas.

Un científico cubano

Aunque nacido en Cataluña, España, el jesuita Viñes se consideraba un científico cubano y se enorgullecía de su país de adopción. Sus años de investigación científica produjeron dos instrumentos inventados para detectar trayectorias de huracanes. También publicó Consejos prácticos sobre los huracanes de las Indias Occidentales, que fue traducido por la Marina de los EE. UU. y publicado por la Oficina Hidrográfica de los Estados Unidos.

A la muerte del padre Benito en 1893, dejó un equipo de investigadores de huracanes bien capacitados para continuar con su trabajo. El periódico local, La Lucha, publicó una edición especial en honor a la obra de su vida.

Reconocido como un gran científico en su día, el padre Viñes también fue conocido por ser un hombre de gran oración y humildad. Una vez dijo: «Solo deseo ser de servicio… ni deseo otra recompensa después de la que espero de Dios, que no sea ser de utilidad a mis hermanos y hacer mi pequeña parte para el avance de la ciencia y el bien de la humanidad».

A través de la observación detallada, el mantenimiento de registros meticulosos y una gran cantidad de investigación, Viñes se había convertido en un experto en un nuevo campo de la ciencia. Fue tan influyente que los primeros huracanes nombrados se denominaron Viñesa 1, Viñesa 2, etc...

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